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Dejar todo para el último minuto es algo que a todos nos ha pasado. Este acto de procrastinación puede tener muchas razones y especialmente tiene muchas consecuencias, pues cuando postergamos una tarea normalmente no obtenemos los mejores resultados, además nos mete en un círculo de estrés, ansiedad e incluso tristeza. Como docentes no solo lo hemos experimentado, también lo hemos visto en nuestros alumnos, a quienes les afecta en calificaciones y obtención de resultados.
¿Cómo podemos ayudarlos a superar esto? Aquí hay algunas ideas que te podrían servir, tanto para ti como para tus alumnos.
Aunque es algo muy común en todo tipo de personas, la procrastinación no tiene sola una razón de ser, en realidad puede provenir de distintas problemáticas e incluso a veces puede ser beneficiosa, pues cuando estamos atorados con algo y nuestro cerebro se concentra en otras tareas, muchas veces llega a la solución o se le ocurren nuevas ideas.
Sin embargo, esto puede convertirse en un hábito o formar parte de otras dificultades, por lo que se convierte en algo negativo. Como docentes, algo que necesitamos tener claro es que no se trata de simple desinterés por una tarea o de una voluntad débil, normalmente se asocia más a la ansiedad, al miedo y, de hecho, al interés por obtener buenos resultados. Con ello, también debemos ver que romper el círculo de procrastinación no está solamente en un acto de voluntad, ni de motivación extrínseca.
Algunos estudios indican que la primera razón por la que posponemos una tarea es por un mal manejo de emociones negativas. Así que no hemos logrado gestionar cierta incomodidad, enojo, ansiedad o temor, nuestro cerebro pospondrá la tarea, con lo que obtendremos cierto confort en el momento. Aunque a futuro sea más dañino, que agradable.
Aunque en sí misma la procrastinación tiene orígenes complejos, como docentes podemos facitliar algunas estrategias a nuestros alumnos para que posterguen menos sus deberes y se organicen mejor. Al mismo tiempo, conocer estas estrategias nos puede ayudar a trabajar cuando nosotros enfrentamos esta problemática.
Una de las mejores estrategias es que la fecha de entrega de trabajos largos o complicados no sea una fecha a la distancia. Por ejemplo, si van a entregar un trabajo final o incluso a presentar un examen muy importante, síguelos en su proceso. Es mejor que organices algunas fechas de entregas parciales o que dividas un gran proyecto en pequeñas entregas periódicas, de esa manera, aún si para entregar a tiempo esos parciales, tienen dificultades, al llegar al final no enfrentarán un enorme trabajo que han pospuesto por semanas, sino que tendrán en sus manos avances que les ayudarán a sentir que el proyecto se puede lograr con cierta facilidad.
Una de las razones más importantes para la procrastinación suele asociarse al temor a equivocarnos y se relaciona con pensamientos como “¿y si lo hago mal?”, “¿qué van a decir de mi trabajo?”. Si un alumno siente que la inteligencia es algo dado y que su capacidad está limitada o que un error podría cambiar por completo la perspectiva que los demás tienen de ellos o definirlos como incompetentes, entonces será más probable que procrastine, lo cual lo meterá en un círculo vicioso de estrés, ansiedad y autosabotaje. Esto también es una forma de proteger nuestra autoestima, pues si obtenemos resultados pobres ante un examen o una tarea en la que trabajamos de forma apresurada no sentiremos que hemos fallado, lo cual no ocurrirá si dedicamos mucho tiempo y obtenemos pobres resultados, en esa caso nos sentiríamos decepcionados.
Para luchar contra esto, como docentes, podemos crear un ambiente favorable en el salón de clases, que valore las equivocaciones, los errores y las dificultades como una parte esencial de nuestro aprendizaje, un paso inevitable para conocer las respuestas correctas y una forma de continuar nuestro desarrollo. Deja atrás la presión por las calificaciones, es importante que los alumnos sepan que ser un buen estudiante no necesariamente implica tener solo dieces en la boleta de calificaciones.
Para muchos estudiantes, además, la emoción y la adrenalina de trabajar en algo en último momento es la simple razón por la que van dejando todo para el final. Eso implica que encuentran su entorno poco desafiante o más bien aburrido. Esta parte podemos mejorarla si añadimos dinámicas que enciendan la motivación de los alumnos, gamificar el aula, trabajar con proyectos interesantes y retos constantes los invitará más a participar activamente y no sentir que a través de la presión podrán lograr ese extra de emoción.
Como adultos también tenemos este problema con frecuencia y conocer estas razones nos puede ayudar a manejar mejor nuestra propia procrastinación. Desde el punto de vista ejecutivo, dividir una tarea en varias partes, darnos fechas entrega personales y parciales, puede ayudar a gestionar mejor nuestras tareas. Así como fomentar nuestra mentalidad de crecimiento, dejar atrás nuestra zona de confort y aprender a gestionar mejor nuestras emociones nos puede ayudar a no postergar más esa entrega importante.
¿Has tenido un problema con la procrastinación? ¡Cuéntanos tus experiencias y estrategias!