Enseñar en cualquier nivel no es nada fácil, la experiencia y el conocimeinto necesarios muchas veces requieren de mucho entrenamiento y capacitación, pero enseñar a adolescentes es un reto totalmente diferente, porque no son pequeños, pero a veces actúan como tal, no son adultos, pero muchos de sus problemas ya son enormes.
Para entenderlos mejor también es importante saber lo que pasa dentro de sus cerebros. Hasta hace unos años, parecía que la ciencia no tenía mucha idea de lo que ocurría en la cabeza de los chicos entre 13 y 18 años, pero poco a poco, gracias a la tecnología y las investigaciones, se ha ampliado lo que sabemos de esos extraños seres en que se transforman los niños.
La presión de los pares y los riesgos
Stephen Merril, editor y profesor, nos dice que recientemente se ha comprobado, en diversos estudios, que la presencia de otros adolescentes aumenta la posibilidad de que un joven tome una decisión riesgosa o lleve a cabo actividades peligrosas. Esto no ocurre solamente en los humanos, pues se ha observado esto mismo en otras especies, además no sucede en otras etapas, pues los adultos y los niños son mucho menos susceptibles a esa presión.
Y no se trata solo de un asunto social, pues algunos estudios más recientes han comprobado que el cuerpo reacciona físicamente a la presencia de otros adolescentes, algo sensible en su piel y su temperatura corporal.
¿Por qué los riesgos?
A la vez, algunos estudios nos han mostrado que el cerebro de los adolescentes está hecho para tomar riesgos. Y es que, mientras la parte del cerebro encargada de liberar esa agradable sensación que recibimos ante impulsos como la comida, las drogas, la música o el amor está sumamente activa, la parte del cerebro encargada de evitar que se tomen demasiados riesgos aún se encuentra en desarrollo. Por lo tanto, el cerebro del adolescente es muy receptivo a las recompensas de la adrenalina, mientras que su prudencia aún no tiene una voz muy fuerte, por lo tanto, estarán más dispuestos a tomar riesgos y sentirse muy bien después de ellos.
La parte positiva
Aunque parezca que nuestros alumnos están muy dispuestos perderlo todo por una apuesta con sus amigos, sus cerebros también están mucho más dispuestos que nunca a aprender y guardar la información en sus cerebros, pues la actividad registrada cuando se expone el cerebro a conocimiento nuevo es mucho mayor en ellos que en los adultos.
En la escuela
Esta información puede ser muy útil para el docente y para los padres de adolescentes. Hacer a los chicos conscientes de lo que ocurre en su cuerpo cuando de exponerse a riesgos se trata o de llevar a cabo actividades solo porque están en compañía de sus amigos o compañeros les ayudará a autorregularse con mayor facilidad, pues al menos sabrán que eso influye en su toma de decisiones.
También es posible tomar ventaja de estas particularidades, pues podemos empujar a los alumnos a hacer cosas en su beneficio o cambiar sus decisiones si usamos el poder de sus cerebros, especialmente frente a sus amigos, actividades en grupo que impliquen juegos o darles razones sociales para evitar ciertas conductas (como fumar o beber) serán de utilidad. Dar razones que tengan un efecto a futuro para llevarlos a tomar decisiones no funcionará, lo mejor es anclarlas a hechos presentes.
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