En todas las lenguas existen variantes, a las que llamamos dialectos, que dependen del lugar en el que se habla, de la edad de los hablantes, de su círculo social y de algunos otros factores, por lo que naturalmente todos tenemos un acento que nos distingue y que revela mucha información acerca de nosotros. Para un hablante es muy difícil percibir su propio acento, pues es la forma en la que ha hablado siempre y puede parecerle que no tienen ningún acento marcado, sin embargo al encontrarnos con un hablante que proviene de otro contexto, él podrá decirnos que nuestro acento es muy característico e incluso podría adivinar nuestro origen geográfico o, incluso, podríamos tener dificultades para comunicarnos a pesar de tratarse de un hablante de español.
Es importante recalcar que no existe un “acento neutro”, ni existe algún acento que sea mejor que el otro, por el contrario, nuestro acento y variante dialectal forman parte de la naturaleza de la lengua y de nuestra identidad.