Mantener la motivación en el salón de clases no es sencillo, cubrir el temario, resolver ejercicios, calificar tareas, resolver conflictos, todas son tareas que drenan la energía de alumnos y docentes, las cuales, además, no siempre ayudan a despertar el ánimo.
Para encender el entusiasmo y aumentar la atención de nuestros alumnos durante las clases, además de ayudarlos a desarrollarse académica y personalmente, podemos establecer metas en conjunto con ellos. Metas claras que alienten el compromiso personal y establezcan buenas bases para un ambiente agradable y optimista.
El inicio de cursos es una buena época para diseñar nuevas metas, aunque todo el año es posible fijarnos nuevos objetivos. Lo más importante es que estos propósitos sean claros, pues si se fijan metas demasiado ambiguas puede resultar en frustración o indiferencia.
Es común que las metas que nos plateamos sean poco claras, las cuales dejarán mucho espacio para sentir que hemos fracasado o que será fácil olvidar, por ejemplo, si un alumno decide que se portará bien en el futuro o mejorará sus calificaciones puede tener motivación y buenas intenciones, peo se trata de objetivos muy vagos que no dejan del todo claro qué es portarse bien o mejorar calificaciones, ni cómo llegarán a cumplir esos ideales.
Por eso es útil que en el salón de clases hagamos un espacio para platicar con nuestros estudiantes y guiarlos al momento de crear propósitos para ellos mismos mucho mejor definidos y acompañados de un plan de acción. Esta actividad, además, nos abre la oportunidad a fortalecer el sentimiento de comunidad al interior del salón de clases, pues muchos de los jóvenes o niños tendrán ideas en común, planes de apoyo para fortalecerse entre ellos y motivación para intercambiar.
Ayuda a tus alumnos a definir exactamente cuáles son sus expectativas, por ejemplo, si buscan mejorar sus calificaciones, fijen pasar de un 6 en matemáticas a un 7 u 8 para el siguiente parcial. Si su ideal es portarse bien, entonces revisen los puntos de su conducta que pueden mejorar y concéntrense en uno a la vez, por ejemplo, no interrumpir la clase durante una jornada completa. Esto puede parecer muy poco en comparación con todos los retos, pero pequeños objetivos cumplidos harán que la motivación vaya en aumento.
Además de delinear mejor las oportunidades también es importante plantearnos cómo vamos a resolver los retos que enfrentemos. Por ejemplo, para mejorar las calificaciones es necesario resolver todos los ejercicios, entregar las tareas o estudiar constantemente, también preguntar a los profesores cuando existen dudas y evitar distraerse en clase. Todo eso es un plan de acción para alcanzar un objetivo.
Motiva a tus alumnos para que busquen soluciones a esos desafíos, para que agreguen pasos a realizables a sus planificaciones y hazles ver que las pequeñas acciones pueden hacer grandes cambios, para sí mismos y para sus compañeros.
A la par de esas pequeñas metas individuales puedes plantear metas para todo su salón, objetivos compartidos por el que todos los miembros de la comunidad trabajen los hará sentirse parte de algo mucho más grande que ellos mismos. En estas pequeñas metas puedes crear sistemas de recompensas simples, como cinco minutos más de receso para el grupo, un viernes de película al mes, una tarde de juegos de mesa u otras estrategias similares con las que se sientan reconocidos cuando han alcanzado una meta.
Recuerda que también deben ir acompañadas de plan de acción y ser muy específicas, así no quedará ninguna duda cuando las hayan alcanzado.
¿Tú estableces metas junto con tu grupo? ¿Cómo trabajan para alcanzarlas?