El ciclo escolar está por terminar y después de un año tan complejo, muchos padres e incluso algunos docentes están ansiosos por ayudar a los alumnos a reponer contenidos, a repasar lo aprendido o a practicar las habilidades que la educación a distancia ha hecho complicadas, ante este escenarios es posible que busquemos hacer que los niños aprovechen el verano para repasar, para profundizar conocimiento o practicar habilidades aprendidas. Pero también debemos pensar que las vacaciones son una temporada que los niños esperan con muchas ganas, en la que piensan jugar, descansar y divertirse.
¿Deberían estudiar los alumnos en verano? Esta es quizá una de las preguntas que más nos hemos hecho a lo largo de los años. No es fácil responderla, pero por muchos años nos hemos inclinado a pensar que las vacaciones largas son un obstáculo para la continuidad del aprendizaje, pues se dice que los estudiantes llegan a retrasar sus habilidades y conocimientos en un equivalente de hasta dos meses. Pierden la práctica, especialmente en temas como la lectura y las matemáticas.
Debido a que las vacaciones son una preocupación para muchos padres y maestros, diversos expertos han realizado estudios para averiguar si las vacaciones son realmente tan nocivas como se cree. Y aunque en un principio las estadísticas parecían estar de acuerdo en que el verano solo echaba para atrás los procesos del ciclo, estudios posteriores han indicado que no esto no es tan cierto. Sucede que la forma en que evaluamos los aprendizajes ha cambiado con el tiempo y nos hemos dado cuenta de la influencia que el diseño de los exámenes puede tener en los resultados estadísticos. Conforme se han refinado estos sistemas, las respuestas parecen variar bastante. Así lo explica Paul T. von Hippel, profesor de la Universidad de Austin en su artículo para Education Next.
Ante este escenario resulta que no tenemos claro qué tanto puede afectarse el rendimiento académico de los alumnos tras las vacaciones, al menos no desde la perspectiva de la investigación. Porque como docentes sabemos que el inicio del ciclo escolar suele ser un reto en el que los niños y adolescentes retoman el ritmo y recuerdan las cosas que vieron tan solo unas semanas antes, por lo que nuestra experiencia podría indicar la importancia de que los alumnos repasen y estudien durante las vacaciones.
Independientemente de los resultados estadísticos, es importante voltear a ver la experiencia de los alumnos, quienes a veces sienten mucha presión durante el ciclo escolar para cumplir con las tareas y resolver exámenes, incluso aquellos que parecen menos interesados en su rendimiento experimentan estrés, cansancio y están atados a horarios y obligaciones que los dejan sin tiempo para imaginar, jugar, crear o divertirse a sus anchas.
Ellos tienen en la mente una expectativa clara para las vacaciones, sino salir de viaje con su familia, por lo menos divertirse a su propio ritmo, realizar actividades que les interesan más que las matemáticas y quizá sobrecargar su alimentación de azúcar y videojuegos. Claro que esta expectativa que no debe concretarse al pie de la letra, pero priorizar sus necesidades de ocio, juego y descanso es muy importante, por lo que concretar la expectativa del adulto de ponerlo a estudiar diariamente tampoco puede ser la mejor idea. Pues podría interferir, además, con su sensación de autonomía e independencia, ya que programar sus horarios de forma tan estricta como en la escuela evitará la posibilidad de decidir sobre sus tiempos, sus actividades y sus intereses.
El verano también puede ser una gran oportunidad para quienes tienen dificultades con los contenidos de la clase, poner en práctica las habilidades que más les cuestan y seguir trabajando aquellas en las que se sienten más cómodos. Si nuestro estudiante ha tenido alguna barrera de aprendizaje es importante que mantenga el ritmo y continúe trabajando en aquellas áreas que se le dificultan. Pero en general es muy importante que durante las vacaciones, tanto niños como adolescentes tengan tiempo para descansar, para hacer actividades que ellos busquen e incluso para aburrirse, pues esto también estimula la creatividad. Además el tiempo para sí mismos es tan importante como la rutina, un momento diario para decidir qué hacer, cuándo y cómo, sin la imposición de un adulto.
Adicionalmente, los padres de familia pueden apoyar todos los aprendizajes vistos en la escuela sin la necesidad de hacerlo ver como tiempo perdido de las vacaciones. En casi todas las actividades diarias existen oportunidades para trabajar habilidades necesarias para la escuela, leer los instructivos, ver películas con subtítulos, un club de lectura familiar, son formas fáciles de disfrazar esos aprendizajes, pero también cocinar u organizar la dinámica familiar, ayudar con el presupuesto de casa, organizar los horarios, esto los obligará a trabajar matemáticas simples, fortalecer sus funciones ejecutivas, a organizarse y conocerse mejor.
Es importante que los adultos ofrezcan estas oportunidades de aprendizaje en la vida diaria, no solamente recaer en los contenidos escolares como libros de texto o tareas. Como docentes podemos guiar a los papás para aprovechar este tipo de tareas.
¿Eres de los docentes que planea la tarea de vacaciones o de los que prefiere que sus alumnos descansen? Comparte con nosotros tus experiencias.