En el salón de clases se presentan muchas situaciones que no tienen nada que ver con el temario o las evaluaciones, muchos niños tienen problemas a diario que influyen en su conducta dentro del aula y que además afectan a sus compañeros.
Entre esas conductas podríamos hablar del niño que no deja de hablar o del que no puede estar quieto, pero también hay situaciones más complejas que involucran más factores, como el que molesta a sus compañeros o el que roba a otros niños.
No es nada fácil actuar cuando detectamos a un menor que roba las cosas de sus compañeros o hasta las nuestras, pero tampoco es una situación fuera de lo común. Muchas veces no tiene nada que ver con la necesidad, pero, antes que nada, es importante tener en cuenta que es un problema complejo y que cada caso es diferente.
Ya lo detecté, ahora qué
Si esto es algo que se presenta en tu salón de clases, lo primero es investigar en qué circunstancias y por qué se cometió el robo. Observar antes de actuar y entender todas los factores que rodean a la situación es el primer paso para solucionar los problemas, no solamente se trata de descubrir al culpable, si no de conocer todo lo que rodea ese hurto.
-¿Es la primera vez que ocurre?
-¿Quién o quiénes han sido los afectados por esa acción?
-¿Qué pudo haberlo motivado?
-La relación entre esas dos (o más) personas ¿cómo es?
Es importante hacerse todas esas preguntas antes de tomar cualquier acción, pues todo eso podría ser un motivo oculto que no tenga que ver tanto con el objeto, sino con la relación de las personas. O, por el contrario, descubrir una situación de necesidad del alumno en cuestión.
Sancionar y descubrir al culpable
Es común, que al descubrir un problema o un “delito”, la primera reacción sea establecer una sanción sin comprender las verdaderas causas. Pero debemos tener en cuenta toda la situación. En muchos casos es necesario descubrir al culpable al imponer una sanción, pero esto podría poner en riesgo al alumno, pues quedaría expuesto ante sus compañeros, además se creará una etiqueta para ese niño que difícilmente podrá quitarse después.
Es verdad que el robo es un delito y que por más pequeño que sea debe de ser sancionado, pero en el caso de los niños se deben de revisar las circunstancias, hablar con él y con los padres.
Un niño que roba lo hace por necesidad, travesura, resentimiento o simplemente para llamar la atención. Cualquiera de estas situaciones deben de ser habladas y atendidas tanto por los maestros como por la familia.
¿Cómo actuar?
Al momento de vivir un robo dentro del salón de clases la confianza entre compañeros se rompe, por lo que platicar con ellos es necesario para que comprendan la situación y para prevenir futuros robos, no se trata de acusar a algún culpable, pero sí de hacerles ver a los niños por qué es un problema, hasta dónde puede llegar y por qué no debe hacerse.
Incentivar la empatía entre compañeros es esencial, hacer ejercicios en los que todos participen y expresen cómo se sentirían al respecto puede ayudar a evitar acciones así en el futuro.
Reunirse con maestros y directivos para hablar del tema y definir acciones que puedan realizar en conjunto mejorará la percepción de padres e incluso alumnos. Pláticas de concienciación para todos los grados, podrían ser un gran comienzo.
Reparar el daño
Actualmente, más que un castigo, se busca enseñar a los alumnos el daño que han causado y que busquen reparar las consecuencias de sus actos. Esto se ha llamado “justicia restaurativa”, una estrategia que, en primer lugar, quiere enseñar a los alumnos por qué está mal lo que han hecho y, en segundo, cuáles son las razones por las que está mal. Con la vista puesta en el otro, en la empatía y que solos puedan llegar a la conclusión de que no deben actuar de esa manera.
También, crear un reglamento que involucre a todos los alumnos los hará sentir que las pautas fueron creadas por ellos y para ellos, no solamente como una imposición sin sentido de los adultos. Esto les ayudará a comprender por qué las reglas son importantes y para qué sirven.