Los padres de familia son una parte vital para la comunidad escolar, sabemos que hacer equipo con ellos es una de las mejores estrategias para mejorar el aprovechamiento escolar de nuestros alumnos y para que, en general, tengan una mejor vida académica a lo largo de los años. Sin embargo, también es una de las relaciones más complejas, porque no siempre se logra establecer una comunicación abierta y muchos padres transforman sus temores en enemistad con el docente, lo cual termina por afectar a los alumnos.
Hay muchos tipos de padres con los que tenemos que trabajar, algunos son muy cooperativos y dispuestos, pero esto no siempre es así. En ocasiones lo que dificulta las relaciones es el temor con que el que viven los padres de que sus hijos sufran algún percance, esto incluso obstaculiza las relaciones con sus propios hijos y puede llegar a hacer difícil la relación con la escuela,pues tendrán la necesidad de controlar lo más posible el ambiente de los niños o jóvenes, algo imposible. Aquí te hablamos de cómo reconocer a lso padres con miedo y algunos tips para llevar una mejor relación con ellos.
Para algunos padres que experimentan ansiedad y miedo, la crianza se vuelve realmente complicada, existen padres que tienen el temor que sus hijos vivan cosas similares a las que ellos pasaron o que al conocer los riesgos comunes del ambiente su estrés comienza a aumentar considerablemente, hasta volverse algo incompatible con la vida diaria. Se preguntan cómo podrá su hijo lidiar con los exámenes, enfrentar el bullying, superar los retos del contexto, esto los hace concentrarse en el futuro o en aspectos de la vida de sus hijos que realmente no pueden controlar, pero que de alguno manera les dan tranquilidad, al sentir que sí se preocupan por los escenarios posibles tendrán mayor oportunidad de atajarlo, esto frecuentemente se convierte en un obstáculo de la relación entre padres e hijos, pues comienzan a coercionar a los jóvenes para que eviten esos escenarios que el padre ya identificó como posibles, sin escucharlos ni atender sus verdaderas necesidades.
Esto también se transmite a la vida escolar, donde los padres comienzan a presionar para que estudien con mayor atención en aspectos que según ellos podrían afectarles o al tratar con los docentes como si estos fueran parte de los problemas.
Si tenemos padres que cuestionan nuestros métodos de enseñanza o que están más interesados en las amistades de sus hijos que en las clases, si notamos que los alumnos comienzan a tener problemas para relacionarse con sus padres o reciben demasiada presión, podría tratarse de padres que viven con temor. También si notamos que nuestros alumnos son inseguros o temerosos ante las nuevas experiencias podría tratarse de lo que sus padres le han transmitido y verlo directamente con ellos podría ayudarles a sentirse más seguros.
Debemos tener en cuenta que todo esto es normal, los padres también enfrentan mucha presión y rara vez las noticias del mundo resultan alentadoras, comunmente nos enfrentan a posibilidades un poco aterradoras para el futuro de los pequeños o jóvenes. Por ello, aproximarnos con la mayor empatía posible es un buen inicio, siempre reconociendo y validando lo que los demás sienten. Así podremos escuchar realmente cuáles son las preocupaciones que sienten y podremos buscar formas de abordar estas dificultades.
Además de esto podemos concentrarnos en los aspectos positivos de la vida académica de los alumnos, destacando sus fortalezas y las habilidades que tienen para enfrentar las situaciones de su vida diaria. Además podemos proponer soluciones para el momento presente, pero proyectar cómo serán importantes a futuro en la vida de los alumnos.
Por ejemplo, si tiene el temor de que su pequeño fallará en los exámenes podemos ofrecer apoyo o ejercicios para que trabajen esto o incluso podemos señalarles que tal vez no exista ese problema, ya que llevan un buen registro de calificaciones. Si tenemos padres preocupados por la relación que mantienen con otros estudiantes y de la influencia que esto pueda tener en ellos, podríamos abordar el hecho de que la mejor forma de blindarlos no es sobreproteger a los niños, sino darles seguridad, alimentar su autoestima y abrir la confianza con sus padres para hablar de distintas cosas. Incluso podríamos tener un taller para padres, que tenga el propósito de ayudarlos a manejar esa ansiedad.
Esta es una gran estrategia para que ellos mismos puedan expresar y observar sus preocupaciones desde otras perspectivas, hablar con otros padres les ayudará al ser escuchados y validados por personas que atraviesan esta misma situación. Aunque como docentes no podemos cambiar la forma en que nuestros alumnos viven en casa, si podemos ayudar a sus papás, pues esto incidirá directamente en nuestra clase. Armar un grupo de padres que se reúna cada cierto tiempo podría ser un buen inicio para impactar en tu aula. Así podrán compartir sus temores, sus experiencias y la forma en que abordan esta situación.
¿Has tenido padres extremadamente preocupados por la seguridad o el futuro de tus estudiantes? ¿Cómo has abordado esto? ¡Comparte con nosotors estas experiencias!