Los docentes enfrentamos constantemente obstáculos que afectan tanto a nuestros estudiantes de forma personal como nuestras clases diarias. Sobre muchos de esos retos no tenemos control alguno ni podemos cambiar las circunstancias que le tocan a nuestros estudiantes. Inmersos en un contexto tan complejo como el que vivimos en la actualidad.
Aunque efectivamente no podemos hacer mucho para cambiar su contexto, ni las circunstancias del mundo, podemos ayudarlos a creer en ellos mismos, hacerles ver las posibilidades que existen más allá de la realidad inmediata y ver con optimismo lo que les depara el futuro. Esto ayudará a que se interesen por la escuela, por superar sus obstáculos y pondrá en su mente posibilidades que creen cerradas.
¿Cómo podemos realmente ayudarlos a sobreponerse a una visión del mundo negativa o las pocas expectativas que pudieran desarrollar?
Como docentes tenemos la posibilidad de plantar en ellos la semilla del deseo por continuar sus estudios, por cambiar la situación de su comunidad, de aprendizaje y de crecimiento. Maurice J. Elias, articulista de Edutopia, nos da algunas ideas para sentar las bases de un pensamiento más esperanzador y optimista en los estudiantes.
Antes que nada es importante que tengamos en la mente a nuestros alumnos, no solamente lo que nosotros creemos que debe hacerse, sino la realidad en la que viven, sus contextos personales y sus creencias. Escúchalos y no solo los contradigas, ni transmitas un pensamiento positivo que llega a ser tóxico, es importante darle a entender a los chicos que sus emociones, sus dificultades y sus problemáticas son importantes y válidas.
Aunque no se trata de comunicar mensajes falsos a través de pensamientos optimistas, si es importante enseñarles a creer en ellos mismos, pero no solo a través de sus éxitos, sino de su aprendizaje, de su resiliencia y de su esfuerzo. Esto implica saber que un error no es algo malo, sino el inicio de un aprendizaje. Así como sobreponernos a las dificultades, a través de nuestros recursos, con nuestras herramientas. Esto es parte la educación socio-emocional, pero también del día a día en el salón de clases, pues podemos enseñar a nuestros alumnos a fijar metas, a trabajar por ellas, que un examen reprobado no define quiénes somos, pero que todos los días podemos crecer un poco más.
Para lograr una mejor resiliencia es importante hacerles notar sus herramientas de forma consciente, alimenta su autoestima con ejercicios que señalen para qué son buenos y por qué es así. Ayúdales a través de dibujos o historias en las que plasmen sus habilidades, así las tendrán en mente y se valorarán y abrirás nuevas perspectivas para ellos.
Enseñar un poco de esa resiliencia a través de ejemplos prácticos puede ayudar a los jóvenes a entender a qué nos referimos, por lo que acercarlos a personajes que han convertido la adversidad en oportunidad o que simplemente han buscado hacer un cambio les ayudará a tener en mente otras perspectivas. Hablar de la biografía de personajes como Malala, o personajes locales, como sus padres o alguna figura de la comunidad puede ser muy útil.
Encaminar algunas acciones de los alumnos para trabajar en su comunidad puede ayudar a fortalecer la imagen de personajes que cambiaron la historia. Emprender con ellos pequeños proyectos de ayuda para otras personas es importante, para que vean el efecto que sus acciones pueden tener en el presente y en el futuro. Organiza algunos equipos que trabajen por otros, cosas sencillas son suficientes para sembrar esto en los estudiantes.
Hacerles ver sus habilidades puede sonar sencillo y un discurso simple, pero poner en práctica esto puede ser mucho más complejo. Un ejercicio que puede ayudar mucho es crear debates en el salón de clases, en donde los jóvenes y los niños puedan exponer sus ideas, hacerse escuchar y analizar las cosas con detenemiento. Esto no se trata de discutir o de pelear, sino de aprender a debatir con todo lo que esto implica, organiza un equipo de debate en tu salón de clases, aprendan sobre argumentación, tomen turnos para rebatir y para exponer sus puntos y ayuda a tus alumnos a entablar estos sanos debates.
No es necesario poner sobre la mesa discusiones complejas, sobre temas de la vida diaria se puede debatir y analizar. Plantea preguntas como “¿Se puede acabar con la basura del patio de la escuela?”, “¿Se puede dejar a los alumnos comer en el salón de clases?”, temas que importan para ellos, que puedan servir también para analizar su vida diaria desde varias perspectivas.
¿Cómo inspiras a tus alumnos a creer en el futuro y en si mismos?