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Los propósitos de Año Nuevo son una de las tradiciones que cada año, antes de las doce campanadas repetimos con toda la esperanza y la intención de hacer una diferencia para nuestra vida en el año que comienza. Sin embargo, también son una de las primeras cosas que olvidamos con el correr de los días y que al finalizar el año nos persiguen, pues no llegamos a cumplirlos.
¿Te ha pasado esto? Es algo muy común, pero aceptar este fracaso no es algo que tengas que convertir en tradición para los finales de año. Cumplir propósitos es posible. ¡Aquí te damos algunas ideas para que lo logres!
Aunque cuando nos planteamos los propósitos de Año Nuevo lo hacemos llenos de ilusión, también agregamos una expectativa muy difícil de cumplir. Nos planteamos metas complicadas, poco realistas, centradas mucho más en nuestros sueños que en acciones que podamos realizar. Además tendemos a hacer listas muy largas de propósitos que queremos cumplir al mismo tiempo, lo cual muchas veces implica cambios muy abruptos.
Lo primero es trabajar en cómo definimos las metas. Así como en el salón de clases tus alumnos trabajan mejor cuando las metas que tienen son concretas y realizables, lo mismo pasa con los propósitos. Normalmente nos planteamos deseos muy abstractos que no dejan ver lo que tendremos que hacer para conseguirlo, por lo que es fácil abandonar al poco tiempo, perdidos entre la falta de motivación e incluso la confusión de no saber si lo que hacemos realmente nos acerca a lo que deseamos.
Por ejemplo, una meta como “perder peso” es muy abstracta, es mejor que dividas esto en partes, pasos del proceso que deberás llevar a cabo para alcanzar tu objetivo. Tendrías que comer más sano, hacer ejercicio.
Esto aún es muy abstracto y complejo, porque la definición de “sano” o de “ejercicio” es muy amplia. Pero puedes llegar a metas mucho más concretas como “añadir verdura a mi dieta” o “trotar 10 minutos”. Estas metas te llevarán, poco a poco a alcanzar lo que buscas.
Otra dificultad común cuando enfrentamos nuestros propósitos es que queremos hacer muchos cambios en poco tiempo. Iniciamos el año con la ilusión de aprender inglés, hacer ejercicio, comer mejor, ahorrar dinero, etc. Todos desde el primero de enero.
Cambiar no es sencillo, en realidad puede ser un proceso muy complejo e incluso doloroso, tenemos que enfrentar un movimiento en nuestra rutina diaria y la fuerza de voluntad está atada a la motivación, lo mejor es adquirir disciplina y constancia, pero poco a poco, pues querer cambiar por completo afectará todos los aspectos de nuestra vida. Por ello lo mejor es tomar un propósito a la vez o combinar aquellos que puedan llevar un proceso similar sin que esto implique dar un giro muy abrupto. Esto no quiere decir que tengas que conformarte con un solo objetivo por año, sino que debes priorizarlos e irlos encadenando.
Sabes que para el salón de clases la motivación extrínseca no es la que mantendrá a tus alumnos entusiasmados en los momentos difíciles, sino la intrínseca. Esto se aplica también a ti y a tus propósitos de Año Nuevo. Identifica tus verdaderos motivos para querer cambiar o para cumplir esa meta. Lo mejor es que exista una combinación de factores que te mantengan entusiasta aún en ese momento en el que estás listo para tirar la toalla. Sí, tal vez quieras bajar de peso para comprar cierta prenda, pero acompaña esto con factores personales, como la salud o un crecimiento personal, te ayudará a mantenerte firme en todo momento. Reflexiona sobre por qué deseas esto y qué beneficios te traerá al cumplirlo.
Si bien, plantear objetivos pequeños te ayudará a evitar la frustración, tener un plan de acción te ayudará a llegar hasta la meta. Para cualquiera que sea tu propósito diseña un plan y escríbelo, hazlo concreto y muy completo, con metas realizables. Esto te hará ver con claridad exactamente qué tienes que hacer para acercarte a tu meta.
Al poco tiempo de iniciar una dieta caemos en la tentación de comer un chocolate, queremos dejar de fumar y encendemos un cigarrillo a los pocos días, nuestro deseo es ahorrar, pero gastamos al poco tiempo. A veces esos tropezones nos hacen sentir que ya hemos fracasado y que no vale la pena seguir con el intento.
Esto no es verdad. Aunque tengas un pequeño tropezón, reponerte y seguir a pesar de ello es lo que te llevará al éxito. No seas tan duro cuando cometas algún error, por el contrario, analízalo e identifica cuáles son las emociones y las razones que te llevaron a él. Así podrás evitarlo la próxima vez.
¿Tienes propósitos para este Año Nuevo? ¡Compártelos con nosotros!