¡Toc, toc! Está larga palabra seguro la has visto en los cursos de español de la escuela y es que en esa época es cuando nos enseñan que las onomatopeyas son palabras que imitan algún sonido, como el “guau” del ladrido del perro o el “pío” de un pollito. Estas palabras están inspiradas en la interpretación que nosotros hacemos de esos sonidos que no son articulados, tal como el “chipi chipi” de la lluvia ligera.
Esos sonidos son muy relativos y cada lengua tiene sus propias interpretaciones, por ejemplo, en inglés tweet es el sonido de los polluelos, mientras en español es el tradicional pío. Estas onomatopeyas dan origen a muchas palabras de las que tal vez no te habías fijado, como “toc-ar” la puerta, un verbo con muchos significados que procede de una onomatopeya, o cosas como “chapotear”, cuyo origen está en el sonido que se hace al golpear el agua.