Por Néstor Fabricio Flores
La palabra “resiliencia” tiene su origen en el latín, en el término resiliens, que significa volver atrás, volver de un salto, rebotar. Es una expresión poco conocida utilizada en física y que la psicología adopta para hacer referencia a la capacidad humana de hacer frente a las adversidades, superarlas y salir fortalecido.
Las fuentes para desarrollar la resiliencia se basan en tres conceptos o pilares: Yo Tengo, Yo Soy o Estoy y Yo Puedo, según la doctora Edith Grotberg, de la Universidad de George Washington DC (EE. UU.).
“Yo Tengo” significa que el niño comprende y puede decir que tiene personas en las cuales apoyarse, en las que puede confiar, que lo guiarán y cuidarán de él. En el caso del “Yo Soy” o “Yo Estoy” se trata de que el menor aprenda a respetarse a sí mismo y al prójimo, que sea querido por los demás, que esté dispuesto a responsabilizarse de sus actos. El “Yo Puedo” se refiere a la capacidad de hablar sobre sus cosas, de buscar la manera de salir de sus problemas o encontrar ayuda cuando lo necesita.
Para lograr un buen resultado, se deben adecuar las exigencias según la edad de los infantes, crear resiliencia paso a paso.
De los 0 a 3 años
-Fomentar que cumplan las reglas.
-Elogiarlos por sus progresos, como aprender a ir al baño o hablar correctamente.
-Impulsarlos a que experimenten y realicen actividades con la mínima ayuda de los adultos.
-Ayudarlos a definir sus sentimientos y los de los demás a medida que desarrollan su lenguaje.
-A partir de los tres años, prepararlos para enfrentar situaciones adversas a través de cuentos o recreando situaciones.
-Usar frases como: “Sé que puedes hacerlo”, para fomentar su autonomía y reforzar su fe en su capacidad de resolver problemas.
-Tranquilizar al niño ante situaciones estresantes.
De los 4 a los 7 años
-En situaciones difíciles, usar voz suave y tranquilizadora para calmarlos. Abrazarlos, estimularlos a respirar profundamente o contar hasta 10 para serenarse antes de hablar sobre algún problema.
-Al enfrentar desafíos, como problemas en la escuela o peleas, mostrarle cual es la conducta adecuada.
-Elogiar las conductas deseables
-Estimularlos a ponerse en el lugar de los demás y a ser amables.
-Ayudarlos a aceptar la responsabilidad de sus actos y entender que sus acciones tienen consecuencias.
De los 8 a los 11 años
Ayudarlos a expresar sus sentimientos con las palabras y formas adecuadas,
-Clarificar las reglas y las expectativas que se tienen de él.
-Aceptar los errores que cometen, para que el menor sepa que puede equivocarse sin sentir demasiado estrés
-Los adultos deben estar disponibles para ayudar al hijo, pero no imponerse.