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La tarea ha formado parte de la educación desde siempre y también siempre ha sido uno de los temas de mayor polémica, pues la sobrecarga de trabajo o la necesidad de repasar o practicar algunos ejercicios se entrelazan en los alumnos, en su proceso educativo e incluso en la visión que tenemos de la educación, como educación.
A lo largo del tiempo han surgido más y nuevas ideas al respecto, ha cambiado el tipo de tarea e incluso si debe o no debe existir para los alumnos.
Afuera de la escuela los estudiantes necesitan seguir aprendiendo, no solamente cuestiones académicas, sino acerca de todo lo que les rodea, nuevas habilidades, sobre otras personas y sobre ellos mismos. Y aunque la tarea es siempre un medio para practicar lo visto en clases o para perfeccionar algunas técnicas también es verdad que demasiado trabajo evitará que los niños jueguen, descansen, convivan con su familia o asistan a otras clases para diversificar sus habilidades y socializar con otros niños o jóvenes.
Para tener un mejor rendimiento y realmente convertir todo el conocimiento o las experiencias diarias en algo significativo es importante encontrar tiempo para un apropiado descanso, sin estrés y con suficiente tiempo para dormir. Por otro lado, las distracciones durante el tiempo dedicado a la tarea podrían convertirla en algo contraproducente, pues cambiar de tarea, por ejemplo entre la resolución de ejercicios y las redes sociales, provoca que el cerebro trabaje de más al tener que reconducir su atención demasiado rápido, por lo que el trabajo fuera de clase se convierte en una fuente de estrés en lugar de reforzar realmente el aprendizaje.
Idealmente este tema debería tratarse como parte de un trabajo entre docentes, escuela y padres de familia, crear un equipo para que el tiempo que se pasa fuera de la escuela sea realmente significativo y se aproveche el tiempo sin trastocar las necesidades de juego, socialización y descanso de los estudiantes. Recordemos que un poco de tarea para alguna materia, sumada a otras siete asignaturas, actividades extra escolares, convivencia familiar y tiempo de descanso puede dar una suma completamente irreal de horas para trabajar fuera del salón de clases.
De esta forma los docentes podrían considerar sus tiempos en equipo para dejar la tarea esencial o desarrollar proyectos conjuntos que incluso sumen al esfuerzo en casa. Así mismo, los padres podrían tener a la mano herramientas o estrategias para alimentar el aprendizaje fuera del salón de clases y considerar los tiempos para no saturar a los más jóvenes con otras actividades, así como vigilar las horas de sueño, como parte esencial del aprendizaje.
Enseñar a los estudiantes cómo manejar su tiempo y a valorar los espacios que tienen para dormir o incluso divertirse podría ser una buena herramienta para incentivarlos a trabajar de forma continua, así como valorar la tarea por sí misma. Por ejemplo, hablarles sobre la importancia del trabajo continuo y a manejar las distracciones como parte de una recompensa al final de un ejercicio específico podría incentivar a los alumnos a optimizar el tiempo que pasan con la tarea.
También es importante escuchar su experiencia e incluirlos en la toma de decisiones sobre la tarea que se asigna, el tiempo que invierten en ella y su perspectiva ante ciertos ejercicios.
El trabajo del docente en cuanto a este tema es justamente crear tareas que sean muy significativas, que aporten al desarrollo de las habilidades de los alumnos y construyan su conocimiento. Es importante entonces considerar la tarea como parte de la planeación de las clases, que sean significativas, mayormente prácticas, que lleven a los estudiantes trabajar de forma activa e incluso física y que contribuya a relacionar las clases con la vida real.
¿Tú dejas tarea a tus alumnos? ¿Qué tipo de tarea dejas que ellos resuelvan? ¡Comparte con nosotros!