Llegó el verano, que para los docentes representa una pausa en el trabajo diario con los estudiantes y normalmente es un momento para bajar el ritmo en la rutina diaria, de voltear a ver a la familia, descansar y relajarse. Aunque para muchos también es la oportunidad perfecta para aprender cosas nuevas, trabajar en el diseño de nuevas estrategias o ponernos al corriente en temas administrativos.
Este planteamiento nos puede poner en una disyuntiva y hacernos sentir culpables de ocupar el tiempo de verano para descansar o relajarnos un poco, pues nos pone a pensar en que debemos aprovechar el poco tiempo que tenemos fuera de las aulas (o de las computadoras en este caso) para adelantar algunas cosas de trabajo. ¿Cómo aprovechar el verano? ¿Deberíamos continuar con el trabajo o darnos tiempo para olvidarnos de la escuela? Puede que sea una disyuntiva compleja, pero estar en medio de estas decisiones nos puede llevar a desaprovechar el tiempo que tenemos.
La respuesta, como en otras ocasiones, es el equilibrio, si bien es necesario que no nos atrasemos en temas de trabajo y, especialmente en las atípicas circunstancias en los que estamos dando clases, mantener el ritmo, seguir actualizados y buscar nuevas estrategias es vital, también es importante que evitemos el desgaste fisiológico y mental que puede tener un exceso de trabajo. Lo mejor es organizarnos y tener un poco de ambas partes.
La única forma de rendir en el trabajo y en cualquier aspecto de nuestra vida es si descansamos lo suficiente para permitirle al cuerpo recuperarse del desgaste diario. Es importante realmente desconectarnos de las preocupaciones del trabajo, permitirnos un descanso verdadero, sin la tensión de pensar en los pendientes, un tiempo en el que poddamos estar cerca de nuestros seres queridos, de nosotros mismos y de las cosas que nos gusta hacer, además de enseñar. No porque cumplir con los pendientes de trabajo no sea importante, sino porque necesitamos estar bien para lograr nuestras metas.
Si eres de los que se abruma ante la perspectiva del tiempo que tenemos en el verano, lo mejor es organizarnos de forma consciente, plantear tiempos, días y oportunidades de descanso. Crea una agenda para esas semanas lejos de las aulas en la que hagas espacio para ti, para descansar, comer en horarios establecidos, hacer un poco de ejercicio y para estar con tu familia, así como para retomar esas actividades que te hacen falta, tus pasatiempos personales como dibujar, cantar, bailar o sea cual sea tu ejercicio favorito.
Crea esos horarios y plantea objetivos reales, que puedas medir en el día a día, terminar cursos, acabar libros, redactar algún trabajo, actualizar tus planeaciones, escríbelas y déjalas como una meta disponible. No se trata de que sean metas que no puedas alterar, sino de que tengas algo concreto para empezar a trabajar. Entre esas metas también puedes poner lo que deseas en términos de tiempo libre, aprender una receta, crear un proyecto específico, dormir tus ocho horas, aunque suene a cosas obvias, esto te ayudará a tener todo claro.
Es importante que mentalmente nos demos permiso de hacer todas las actividades que dejamos planeadas. Y es normal que si nos dedicamos al trabajo sintamos que estamos dejando a la familia de lado, mientras que si nos divertimos sentiremos que somos irresponsables. Esto puede llevar a un cansancio aún mayor y a no disfrutar ni aprovechar el tiempo en realidad, por lo que lo mejor es hacer cada cosa con plena atención a esto, sin culpa, con el tiempo suficiente.
¿Cómo te organizas en el verano? Quizá te hayas sentido abrumado en algún momento, pero con un poco de organización puedes tener el mejor y más provechoso verano. ¡Cuéntanos tus tips para aprovechar el verano!