Tomar decisiones es uno de los temas que más paraliza a las personas, no importa si se trata de momentos cruciales o tan simples como decidir tu comida del día. Si odias esas situaciones tenemos algo que decirte: esos momentos podrían tratarse de grandes oportunidades.
¿Por qué nos cuesta tanto tomar decisiones?
Ruth Chang, profesora de filosofía estadounidense, en su charla Ted, nos muestra que las decisiones difíciles no son solamente aquellas que parecen grandes o que modificarán aspectos importantes de nuestra vida. Según nos dice, una decisión difícil es aquella que nos pone frente a opciones, que, por diferentes que parezcan, en realidad son muy parecidas y ninguna de las dos representa una ventaja sobre la otra. Aunque vayan en direcciones opuestas, al final ofrecen las mismas ventajas y desventajas, por eso es que nos cuesta tanto escoger una de ellas.
En esos momentos no importa el razonamiento para tomar una decisión, más bien requiere un arduo trabajo de introspección para definir qué es lo que realmente queremos. Sin importar si estas decisiones son grandes o pequeñas, requieren de mucho más que solo evaluar nuestras opciones, requieren de conocernos a nosotros mismos y de asumir la responsabilidad o las consecuencias que nuestras decisiones traigan.
¡Es muy importante!
Por difíciles que parezcan, esas pequeñas (o enormes) decisiones, son muy importantes para nuestra vida, ya que al no existir una salida fácil, nos convertimos en autores de nuestra propia vida, con el poder sobre nuestro destino. Quienes prefieren dejarse llevar o que otros sean quienes toman las decisiones sobre su vida, van a la deriva. Por eso es muy importante asumir esos momentos, aceptarlos. No es algo malo, son siempre buenas oportunidades.
¿Cómo lo hago?
A pesar de esto, para tomar decisiones no basta con buena voluntad, es sin duda algo que se le dificulta a muchas personas, pues existe siempre el temor a equivocarse, por eso considera que: