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Tu trabajo no es como ningún otro trabajo, en tus manos tienes el futuro y sabes que no cualquiera se dedica a esto. Pero para llevarlo a cabo, la verdad es que se necesita mucho más que voluntad para lograrlo. Aquí hay algunos de los superpoderes que los profes desarrollan nada más en su vida diaria.
Las persona comunes necesitan al menos cuarenta minutos para degustar su comida de forma tranquila y para hacer una buena digestión. Ocurre que los profes tienen unos treinta minutos para vigilar a sus alumnos en el patio, adelantar algunas calificaciones, comer a gran velocidad y estar listo para el regreso de los pequeños al salón de clases.
Estás de espaldas a tu clase mientras anotas la tarea del siguiente día, tus alumnos ya están un poco inquietos así que escuchas mucho movimiento, lápices que caen, el pasar de los lápices y plumas sobre el papel hasta que un susurro llama tu atención, sí, uno de tus alumnos hace algún comentario poco agradable hacia algún compañero, suelta alguna grosería o peor, se ríe de tu letra en el pizarrón. “¿Qué dijiste?” Y el pequeño pone cara de incredulidad, porque cree que no pudiste haberlo escuchado.
De las materias que deberían agregar a la carrera es el poder de hacer muchas, pero muchas cosas a la vez, porque los maestros necesitan esa habilidad. Calificar exámenes, supervisar a tus alumnos en su actividad, llegar a casa y conversar con los pequeños, revisar tareas y hacer la cena, hacer planeaciones, mientras registras calificaciones y atiendes la junta matutina. En fin, un docente es especialista en hacerlo todo bien.
Este es otro de los secretos que guarda la profesión. Nadie se imaginaría a simple vista que es necesario este requisito y en general es algo acabas por desarrollar, sí, los profes necesitan una vejiga especialmente fuerte, pues salir al baño a la mitad de una clase no es una opción. Nunca habías notado esto en tus maestros, hasta que tú mismo tuviste que esperar el sonido de la campana, ver a tus alumnos salir ordenadamente al patio, despedirte con una sonrisa y después volar al baño.
Este es un súper poder que muchos maestros traen en la sangre, pero que también se desarrolla con la práctica. Es necesario y vital, pues en tu vida diaria se pone a prueba tu paciencia constantemente, para enseñar temas complejos, prácticas constantes de ejercicios, conversaciones complejas con los padres de familia y luego resolver cosas en el hogar es muy importante.
Y no porque puedas ver a través de las paredes, sino porque tienes una gran capacidad de observación para conocer a tus alumnos y detectar cuando alguno de ellos tienen un problema en la escuela o incluso en su vida personal, puedes sentir los cambios en la conducta de tus pequeños, cuando un tema se les dificulta y si necesitan algún apoyo extraordinario.
¿Crees que estos poderes extraordinarios los tienes tú? ¡Cuéntanos que otras habilidades necesitan los docentes en su día a día?