La resiliencia es una característica muy importante para la vida, pues nos ayudará a enfrentar situaciones comunes, pero desagradables e incluso nos ayudará a superar los momentos más difíciles de la vida, pero no se trata de un rasgo intrínseco en las personas, también es algo que podemos aprender, desarrollar y fortalecer. Para nuestros alumnos, aprender a ser resilientes les ayudará a sentirse más seguros y probablemente les ayudará a regular mejor sus propias emociones, lo que nos beneficiará al interior del salón de clases.
Construye un ambiente seguro
Antes que nada, para que los estudiantes estén dispuestos a abrirse a sus propias emociones, analizarlas y manejarlas es importante que se sientan seguros al interior del salón, pues necesitan sentir que pueden expresarse abiertamente. Con esa confianza los propios estudiantes estarán dispuestos a encontrar formas de expresar sus emociones. Respetar sus opiniones, validar sus emociones y permitir que los alumnos se expresen libremente, siempre con respeto y tolerancia son puntos muy importantes si se desea trabajar las emociones.
Identificar de dónde viene el estrés
El primer paso para aprender y enseñar resiliencia a nuestros alumnos está en identificar qué situaciones generan una respuesta emocional en ellos, preguntarles qué los estresa, cuáles son las razones por las que se enojan, se sienten tristes o asustados es el primer paso para que ellos mismos identifiquen qué pueden hacer para manejar esas emociones. También es muy importante no juzgar sus motivos, es decir, si un niño admite que se asusta al apagar las luces, no se tratará de decirle que eso es infantil, sino de ayudarlo a encontrar formas de lidiar con ese temor.
Durante todo el proceso, hacer ejercicios escritos podrían ser la mejor herramienta para poner palabras a sentimientos complejos, así que escribir estos ejercicios servirán para verlos posteriormente, con un ojo crítico.
¿Cómo reaccionan ante el estrés?
Ya que conocemos cuáles son las razones por las que nos estresamos, nos enojamos, nos preocupamos o nos sentimos tristes llega el momento de hablar sobre cómo enfrentamos esos problemas, y en este primer momento hay que explorar cuál es nuestra reacción instintiva, eso que hacemos sin pensar, pero que suele presentarse en diversas situaciones. ¿Lloramos? ¿Le gritamos a alguien? Aquí los chicos pueden hablar y expresar qué hacen de forma natural ante el estrés.
Calificar esa reacción, por sí mismos
Y ya una vez identificada la reacción que tenemos es importante que el mismo estudiante la evalúe, que ellos mismos hablen sobre qué tan eficientes son sus reacciones, cómo les ha funcionado y qué consecuencias les ha traido reaccionar de forma instintiva.
Lluvia de ideas
Tras observar sus emociones y ver sus propias reacciones con otros ojos, es momento de hacer un ejercicio que les ayude a encontrar nuevas soluciones, aquí es necesario hablar de habilidades útiles para enfrentar situaciones estresantes, así los estudiantes podrán ver que no deben ser presas de sus emociones y que es posible encontrar formas y soluciones que los ayudarán a reaccionar de forma más positiva en momentos difíciles. Que los alumnos sugieran nuevas estrategias y obtengan retroalimentación de sus compañeros o de su maestro les ayudará a observar de forma objetiva sus acciones.
Estas observaciones no solamente les abrirán el panorama ante sus emociones, se detendrán a pensar, por primera vez quizá, en qué sienten y por qué actúan cómo lo hacen, con el tiempo y poco a poco, llegarán a manejar y regular sus emociones.
¿Has trabajado estas habilidades alguna vez con tus alumnos? ¿Cómo te ha ido?