El verano se acerca peligrosamente a su fin, las verdes hojas de los árboles poco a poco toman un color amarillo o dorado y aunque la tranquilidad de las tardes de lluvia es muy agradable, estos cambios nos recuerdan una cosa: ¡Pronto comenzará el ciclo escolar!
¿Qué?
“No, el verano aún es largo y todavía hay tiempo de ponerme al corriente con todos esos pendientes que dejé para vacaciones.” Tal vez no te habías dado cuenta, simplemente porque no sabes ni qué día es, pero, la verdad, es que muy pronto el receso escolar terminará, no podemos evitarlo, solo podemos resignarnos.
¡No, no, no!
Negación, absoluta negación. No quieres ni pensar en ese día en que debas ponerte ropa formal, levantarte temprano y re-entrenarte en el arte de beber agua, pero no ir al baño. Indignante, pero real.
Resignación
Ok, ni hablar, tendrá que comenzar un nuevo ciclo escolar, no estás feliz, pero bueno, tampoco es el fin del mundo. Al final, las vacaciones de diciembre están relativamente cerca.
Lo bueno
Conforme pasa el tiempo y te das cuenta de los pendientes que debes resolver antes de regresar al salón de clases comienzas a ver que no todo es tan malo, por ejemplo, esas visitas a la papelería, alguna que otra prenda que estrenarás, la emoción del grupo nuevo, los reencuentros más esperados.
Ok… si me emociona
Bueno, la verdad es que una vez que lo analizas con calma, sí te emociona, es un nuevo año, una nueva oportunidad de conocer alumnos geniales y superar uno que otro tropiezo. Después de todo, ¡te encanta ser maestro!
No es lo ideal y tal vez las vacaciones de verano no fueron tan largas como tenías en mente, pero comenzar un nuevo año es una buena oportunidad. ¿Qué emociones transitas ante el inicio de un nuevo ciclo escolar?