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La educación es siempre un reto y la pandemia ha sido una experiencia que ha complicado aún más los desafíos de la escuela, enseñar a los más pequeños, compartir espacios de trabajo en casa, la falta de infraestructura o recursos, todo eso ha hecho muy complejo el trabajo del docente e incluso de los padres, pero mientras nos preocupamos porque los jóvenes aprendan a factorizar, es fácil dejar de lado el aspecto emocional, y los adolescentes conforman un grupo especialmente sensible a los cambios y el estrés que ha provocado la pandemia.
A veces los adultos olvidamos la presión de crecer, pues tendemos a idealizar ciertas etapas como parte de una vida sin responsabilidades o con menos presiones, sin embargo debemos recordar que ninguna etapa de la vida está exenta de estrés, por lo que es necesario reconocer que los niños y los adolescentes también sufren de frustración, tristeza, ira y claro, felicidad. En momentos como este, donde millones de personas hemos tenido que cambiar nuestra rutina normal, quedarnos en casa o vivir con la sensación de arriesgar la salud de nuestra familia para cumplir con nuestras obligaciones es necesario reconocer que ellos también la están pasando mal.
A veces durante la adolescencia nos volvemos más reservados o nos cuesta más trabajo expresar nuestras emociones de forma clara, en ocasiones porque nosotros mismos carecemos del vocabulario y las habilidades para reconocer nuestro estado de ánimo, pero en esta etapa es especialmente importante sentirnos escuchados, tomados en cuenta y comprendidos, aunque nos cueste trabajo hacerle saber al otro lo que sentimos.
Para ayudarle a un adolescente a regularse no hay nada más importante que validar lo que está sintiendo, entablar conversación puede ser difícil, pero intenta con preguntas diversas que le ayuden a dar datos importantes, más allá de preguntar cómo está o cómo le fue en el día, es necesario hacer preguntas más directas que permitan respuestas menos vagas, pregunta por sus amigos, por los padres de sus amigos, pregunta sobre ciertas materias o con cuáles ha sufrido. A veces es fácil evadir las preguntas abiertas.
En cualquier caso, también es necesario convertirnos en observadores. La conducta a veces dice mucho más que las palabras y tú puedes detectar si algo está molestando a tu adolescente. No se trata de espiarlo ni invadirlo, simplemente de estar atentos a su comportamiento.
Aunque los adolescentes son un poco intensos por naturaleza, nosotros como adultos podemos ayudarles a regular sus reacciones. Además, a esta edad somos muy sensibles a las reacciones de los demás, por lo que si un adolescente cuenta que ha estado un poco preocupado por algo y el adulto se muestra indiferente o si, por el contrario, ante una situación el adulto reacciona con alarma, podría provocar que el chico o la chica que evite por completo compartir sus sentimientos y experiencias. Es muy importante ser analíticos con lo que nos comparten, comprensivos con sus emociones y tratar de ver las cosas desde su punto de vista. Evita ser tú el que grite o el que se preocupe de más, acompáñalo y hazle saber que estarás ahí sin importar lo que pase o lo que tenga para contarte.
Algunos de nosotros tenemos la idea de que llorar nos hace ver débiles ante los problemas o que compartir nuestras preocupaciones resulta una molestia para los otros. Este tipo de prejuicios son muy difíciles de cambiar y es fácil transmitirlos. Pero nada de esto es cierto. Las emociones son normales y necesarias, expresarlas es una de las partes más importantes para el equilibrio y la salud mental, por lo que hablar con los otros, llorar y discutir sobre lo que nos molesta es totalmente normal. Hazle saber esto a los adolescentes, pues embotellar lo que sienten puede resultar en conductas dañinas, consumo de sustancias, depresión, etc.
Sin duda para muchos jóvenes la escuela se ha convertido en algo extraño en estos meses. Para algunos quizá la escuela a distancia se haya transformado en algo superfluo, aburrido o lejano, mientras que otros han transformado en presión y estrés todo este cambio. La mejor forma de evitar el abandono escolar es mantener en equilibrio estas visiones, así como elevar la motivación intrínseca. Habla con ellos sobre por qué es importante continuar con los estudios y crear expectativas realistas que no les exijan demasiado, porque el estrés académico también puede afectar la salud.
Si pasan demasiado tiempo con tareas, sugiéreles de vez en cuando que tomen un descanso, si por el contrario han perdido la motivación, revisa con ellos las tareas y los contenidos, sin ejercer demasiada presión.
Este año, absolutamente todos experimentamos un tipo de duelo, pues perdimos la vida cotidiana que teníamos y se fue con los planes y expectativas que teníamos para el año. Un adolescente tiene estos mismos sentimientos, pero en ocasiones mucho más intensos, dada la etapa que están viviendo. Además es en estos años que se viven momentos como la graduación, los quince años, las primeras citas, la entrada a la preparatoria, todas experiencias de una sola vez en la vida y que han sido robadas de sus expectativas. Habla con ellos al respecto, compréndelos, y ayúdales a transitar el duelo que esto implica.
¿Has estado con algún adolescente en esta pandemia? ¿Cómo ha sido tu experiencia? ¡Comparte con nosotros tus experiencias!