Conectar con los estudiantes puede ser una de las tareas más complicadas para un docente, pues aunque aprendemos y nos enfocamos mucho en la transmisión de conocimiento y en que nuestros alumnos logren los mejores resultados en su día a día, también es muy importante el vínculo con nuestros alumnos, necesario para realmente lograr una relación exitosa.
¿Cómo lograr una conexión real con nuestros alumnos?
Invertir tiempo en conocer a nuestros alumnos puede parecer una pérdida de tiempo cuando los programas nos corretean para llenar un cronograma y cumplir con nuestras tareas, pero no se trata de desperdiciar, sino de invertir.
Tómate unos minutos (que no necesariamente tienen que ser de la clase) para conocer mejor a tus alumnos, saber cuáles son sus pasatiempos, las cosas que los atemorizan o las habilidades que les gustaría desarrollar.
Usa los recreos para observarlos y para hacer las preguntas correctas. Sabemos que un “¿Cómo estás?” no siempre da pie a buenas conversaciones, pero quizá rascar un poco más en su día a día es buena idea, preguntar qué hicieron en vacaciones o durante un fin de semana puede darte pistas. Hacer ejercicios periódicos de escritura o de debate también pueden ser una buena fuente de información para que tú los conozcas mejor y para darles un espacio de expresión.
Muchos alumnos llegan a las aulas fastidiados por la idea de que lo que aprenden no sirve en el mundo o simplemente sienten apatía por ciertas materias. Vencer esto es complicado, pero si ellos se encuentran con un docente apasionado y feliz de transmitir una materia que le gusta será más sencillo conectar con ese conocimiento. No siempre está en nuestra personalidad ese entusiasmo, aunque los sintamos, pero hacernos conscientes de esto y realmente aprovechar nuestra pasión para enseñar será muy útil, ellos sin duda lo notarán y seguramente se engancharán a esto.
Todos cometemos errores, son saludables, necesarios e inevitables, sin embargo, en la escuela es común que se busque evitarlos a toda cosa, como si tuviéramos que ser especialmente perfectos para enseñar o para pasar nuestras materias. Esto normalmente imprime estrés en el tema académico, además enseña a los estudiantes que cometer errores no es algo bueno.
Como profesores sabemos que hay momentos en los que no conocemos una respuesta o simplemente nos equivocamos al calificar un examen o durante la clase, esto incluso nos causa tensión a nosotros mismos, pero admitir nuestras dificultades, no solo para nosotros, sino para los estudiantes que inevitablemente se darán cuenta de que su profesor es humano, comete errores y no se siente mal al respecto.
¿No conoces una respuesta? Dile a tus alumnos e investiguen juntos. ¿Te equivocaste en algo? Dile a tus alumnos y reparen el error, es una buena oportunidad para que todos aprendan.
Aunque el aprendizaje y su proceso en la escuela es un asunto realmente serio, también es verdad que todo lo podemos tomar con un poco de humor. Date la oportunidad de hacer de tu materia divertida, agrega algunas bromas, emociónate cuando expongas algún tema y agrega pequeños momentos en los que la tensión se desvanezca.
Es verdad que quienes más destacan en los salones de clase suelen ser los más extrovertidos, pero en las aulas siempre hay personalidades de todo tipo, algunos más callados que otros, algunos más observadores y menos sociales. Como docente tienes la oportunidad de observarlos a todos, determinar algunos de sus rasgos de personalidad y utilizarlos a su favor en el salón de clases. Pero no presiones a los alumnos para que sean diferentes ni los compares entre ellos, cada uno tiene su forma de dar y de recibir y es muy importante que como docentes entendamos esta diferencia, fluyamos con esto y agreguemos actividades para todo tipo de personas.
Construir una relación con nuestros alumnos no siempre es fácil, pero es muy necesario. ¿Cómo haces para acercarte a ellos? ¡Cuéntanos un poco más!