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Como docentes, la mejor manera de medir nuestro desempeño es a través de los resultados de los alumnos, pero recibir retroalimentación para evaluar nuestro trabajo no siempre es sencillo, especialmente si nuestra aula se ha transportado a videoconferencias o si las condiciones de enseñanza cambian de un momento a otro. En general, las evaluaciones que recibimos por parte de directores y supervisores son útiles para ciertos aspectos en el aula, pero para otros no contamos siempre con información que nos sirva para mejorar.
Ya sea en el aula a distancia o de forma presencial ¿cómo podemos medir nuestro progreso o encontrar esos aspectos en los que podemos mejorar?
Esta es una de las maneras más sencillas y más objetivas de evaluar el trabajo a lo largo del año, el simple hecho de que tengamos claros los objetivos y podamos observar si los hemos alcanzado o no a lo largo de cierto periodo de evaluación nos puede dar una guía más fiable. Estos objetivos deberán ser personales y relacionarse con tu propia práctica como docente, así como con tu grupo específico de alumnos, pues que todos tus estudiantes saquen cierta calificación, por ejemplo, no es tan fiable como que pienses en el nivel de cada uno y establezcas metas personalizadas, ayudarlos a superar ciertas dificultades o a mejorar en su desempeño a veces no se notará en un diez.
Haz un espacio para pensar claramente las metas que te gustaría cumplir, a lo mejor la relación con los padres de familia o la calidad de los trabajos que recibes de los alumnos son aspectos que te gustaría mejorar, esta parte es totalmente personal, no te limites.
Con el tiempo, la práctica docente se vuelve rutinario y ajustamos cada ciclo escolar a actividades con las que ya nos sentimos cómodos. Una buena forma de ayudarnos a mejorar con el tiempo es dejar a un lado la zona de confort y probar nuevas estrategias o metodologías cada año. A lo largo de cada ciclo escolar haz espacio para un cambio consciente en tu práctica, si durante el verano descubriste una nueva aproximación o un ejercicio que otros recomendaron no le tengas miedo e inclúyelo, puede ser algo simple como una dinámica para romper el hielo o algo más complejo, como la ludificación en tu programa, no importa, lo importante es que hagas algo que desajuste tu rutina normal, para que enfrenten nuevos retos.
Hacer un espacio al finalizar un periodo de evaluación y al iniciar uno nuevo es muy importante. Crea una línea del tiempo y analiza el ambiente general del grupo y los resultados que obtuvieron a lo largo de ese periodo. ¿Con qué te sentiste más cómodo? ¿Cuáles fueron los días más difíciles? ¿Por qué? Analiza qué pasaba en esos momentos, cuáles eran los temas que veían en clase o cuál era el humor general de tus alumnos, todos estos datos pueden servirte para el futuro, cuando descubras un patrón sabrás que se acercan momentos complicados o si puedes relajarte un poco.
Este tipo de reflexión también te puede dar pistas sobre qué aspectos puedes desafiar en el futuro. Y aunque parezca lo contrario, deben ser esos en los que sientes mayor comodidad los que pongas a prueba, pues esto te servirá para desafiarte y crecer.
En general, no hay nada como compartir experiencias con otras personas para validar lo que sentimos o para recibir retroalimentación. Hacerlo entre docentes es algo excepcionalmente valioso, pues esto nos servirá para aprender de la experiencia de otros, abrir las posibilidades y para encender nuestra propia creatividad. Si hay situaciones con las que nos hemos sentido inseguros, también este sería el momento perfecto para compartirlo y recibir una buena retroalimentación por parte de personas que entienden perfectamente a qué nos enfrentamos a diario. Así que crea tu grupo de docentes para compartir experiencias, es importante que en estas reuniones se mantenga un ambiente de respeto y que todos trabajen en conjunto, no en competencia.
Nadie puede evaluar mejor nuestro trabajo que los propios estudiantes. Claro que ellos no lo harán de forma tan concreta por sí solos, por lo que escucharlos es algo esencial, si te manifiestan incomodidad, si parecen molestos, escúchalos, es muy importante y añade en tus clases oportunidades de expresar cómo se sienten en el aula. Maneja encuestas semanales o dinámicas como el “boleto de salida”, en donde ellos pueden reflexionar sobre su desempeño, su comprensión en el salón de clases y darte pistas de cómo mejorar las clases.
¿Cómo evalúas tu desempeño en el día a día? ¿Qué te gustaría que existiera para tener mejor retroalimentación? ¡Comparte con nosotros y con otros docentes!