El año está por terminar y unas pequeñas (y merecidas) vacaciones se acercan, los alumnos y los maestros están emocionados y decididos a pasar una buena temporada. Por otro lado, diciembre también suele ser un mes de reflexión y cierre de ciclos, pues al terminar el año, hacemos listas de propósitos, regalamos buenos deseos y nos vemos a nosotros mismos bajo muchas lupas, pues, para muchos, es momento de mirar atrás y reflexionar.
Lo mismo con nuestro trabajo. Antes de que entres en el humor invernal y bajes de lleno por el tobogán de las fiestas, date unos minutos para observar cómo ha sido tu labor en el salón de clases. No se trata de una evaluación o un momento para juzgarnos, sino para hacer un recuento de lo que hemos pasado, esto nos dejará más preparados para enfrentar el año que pronto comenzará con un espíritu renovado, pero más fuertes.
¿Por qué hacer una reflexión?
Al cerrar un ciclo (y estar frente a la puerta de uno totalmente distinto) es muy importante que hagamos ese recuento, pues nos ayudará a estar mejor preparados ante los retos que vienen. Dar clases es algo que hacemos siempre dentro de un ciclo, por lo que algunos momentos, si bien no serán iguales, se repetirán el siguiente año escolar. Así que esta es una oportunidad para hacer un mapa de los retos que se te presentarán.
Haz una línea del tiempo
Piensa en el año que acabas de vivir y dibuja una línea que refleje los mejores momentos, así como lo más difíciles, estos momentos seguramente se deben a algo en especial: temporadas de exámenes, proyectos especiales, un momento difícil en el temario, tareas que emocionaron a todos.
¿Cómo replicarlos o evitarlos?
Lo importante de reconocer esos momentos es que analices todo lo que rodeó esos éxitos o dificultades, si fue algo que ocurrió durante cierta temporada tal vez tengas que vivirlo de nuevo el siguiente año, así podrás estar más preparado. Si se debió a algo que hiciste o que tus alumnos experimentaron tal vez puedas ayudarlos o ayudarte a vivir esas dificultades, pero si fue algo que se debió a cambios de estación, de horarios o a la llegada de algunas actividades ya podrás reconocerlos el siguiente año y prepararte mejor para afrontarlos. ¿Cómo reaccionaste ante momentos de estrés? ¿Qué dificultades tuvieron tus alumnos? ¿Cuál fue la parte difícil para ti?
¿Cómo te relacionas con los otros?
Y aquí hay también un factor muy importante, tus relaciones con los otros. Seguramente durante el año hubo momentos e que tuviste algún roce con un compañero, en el que algún padre de familia se pasó de la raya o que tú mismo perdiste la paciencia. Una pequea reflexión en torno a esos temas podría ayudarte en el futuro. Revisa tus relaciones en general y observa aquellas que fueron bien, tanto como las que fueron mal, en tu aproximación y la forma en que resultaron las cosas exiten las claves para que futuras relaciones funcionen mejor.
Escribe, haz mapas y nunca olvides
Si te vas a tomar el tiempo para hacer todo eso, es muy importante que también te des algunos minutos para escribir los resultados. Escribir te permitirá ver las cosas desde otra perspectiva y con más claridad, mientras que fijas en tu mente detalles importantes sobre ese ejercicio. Si te funciona mejor, haz un mapa temporal y mental sobre cómo te fue en el año. Todos estos ejercicios te harán más fuerte y resiliente, algo que será beneficioso tanto para ti, como para tus alumnos.
¡Ahora si, a disfrutar las vacaciones!