Tú y: han leído este artículo.
Como padres e incluso como docentes sentimos un fuerte deseo porque nuestros pequeños no sufran, por evitar el temor y protegerlos de las adversidades. Pero desde la perspectiva docente sabemos que la única forma de aprender es a través del error, de caer y levantarnos y de experimentar por nosotros mismos para tomar mejores decisiones. Por ello, y especialmente en momentos tan difíciles como los que vivimos en la actualidad, la mejor manera de ayudar y apoyar a los más jóvenes en el hogar o incluso en el ambiente escolar, es brindarles herramientas para que aprendan a sobrellevar las adversidades.
Pero ¿cuáles son esas herramientas? ¡Aquí te damos algunas ideas!
Esto puede parecer muy complejo, especialmente para los más pequeños, pero no se requiere más que un poco de reflexión y guía para que cualquiera, niños, adolescentes e incluso adultos, tengan herramientas útiles para enfrentar la adversidad. Tras un evento difícil, una rabieta, una discusión, un arrebato de tristeza o incluso de euforia y felicidad vale la pena hacer algunas preguntas que motiven a nuestros pequeños a analizar cómo se sienten y por qué se sienten así.
Efectivamente, la responsabilidad de un adulto es proteger a los niños, pero esto nos puede llevar a ser más bien sobreprotectores, al tratar de evitar que se arriesguen o se sometan a diferentes peligros, también podríamos evitar que experimenten por sí mismos, por ejemplo, algunas relaciones o juegos que parecen riesgosos, aprendizajes necesarios. Es importante para nosotros también, recordar que de las caídas aprendemos a caminar.
Una parte muy importante de la resiliencia y de la educación emocional está en el manejo de nuestros sentimientos. Esto implica ser capaces de identificarlas, pero también expresarlas. Muchas veces tenemos la idea de que un adecuado control emocional es cuando no lloramos al sentirnos tristes o no expresamos nuestro enojo. No. Las emociones deben expresarse, por lo tanto, llorar está bien y es necesario, enojarnos es tan normal como estar felices. Lo que necesitamos es expresar correctamente lo que sentimos, saber que algunas de nuestras reacciones pueden afectar a los otros, pero liberar nuestras emociones a través de canales adecuados: llorar cuando lo necesitamos, expresar que estamos enojados, hablar de nuestras preocupaciones, hacer actividades para canalizar las dificultades, como dibujar, hacer ejercicio o cantar y no reprimirlas.
La frustración puede ser una de las experiencias más difíciles, pues implica aceptar que hay cosas que no podemos obtener cuando las queremos. Para una correcta gestión de nuestras emociones, la frustración es un factor clave, esto nos ayudará a conducirnos de la mejor manera, tanto para nosotros como para los demás. Saber cómo manejarla nos ayudará a tomar mejores decisiones, a pesar de lo que sentimos y a tolerar mejor las adversidades que se presentan.
Enseñar a los pequeños a ser perseverantes, pero también a aprender y reflexionar de sus errores les ayudará a cuando hay situaciones que se les complican, pero también orillarlos a tomar retos nuevos constantemente, sin exceder la dificultad de estos, para que sepan que con un poco de trabajo pueden alcanzar sus metas.
Para enfrentar todo lo que se presente en la vida necesitamos tener herramientas y aprender de nosotros mismos, por eso, más allá de cuidar y proteger a nuestros jóvenes y niños, podemos ayudarlos a ser más resilientes.