La cuarentena nos tomó por sorpresa a todos y a estas alturas ya llevamos varias semanas sin poder ver a nuestros alumnos, con mucha incertidumbre y preocupados por lo que podría pasar a futuro. Aunque esto ha sido difícil para todos ¿has pensado en lo que le ocurre a quienes viven con docentes? ¡Echa un ojo y dinos si tu familia se identifica con esto!
Es inevitable. Aunque pasaste con esos pequeños pocos meses y a veces se tomaban muy en serio su papel de jóvenes rebeldes, la verdad es que los extrañas mucho y te preocupas por ellos, así que andas constantemente hablando de ellos, repitiendo historias de algunos de ellos.
“¿Ya te conté cuando Fulanito cantó a mitad de la clase?”
Es que extrañamos dar clase. Es inevitable, además estando en casa tenemos que distraernos en algo y en este momento casi todo es material susceptible de convertirse en reciclaje para elementos didácticos. Y después de ver toda la desinformación que circula te dan ganas de organizar clases para todos, hasta para tus vecinos. Seguramente le has dicho a tus hijos: “no me vayas a tirar eso, lo voy a usar para la clase de matemáticas.”
¿Cuándo ocurrirá eso? Es algo que no se pregunta.
En realidad hay clase a toda hora y eso pasa aunque no estés en cuarentena, porque todo a tu alrededor es una oportunidad para enseñar, desde matemáticas hasta lengua. Lo importante es que la experiencia didáctica no se pierda. Lo malo es que tras esta cuarentena y las clases a la hora del desayuno, de la comida, de la cena y de antes de ir a dormir ya todos se saben los números primos, los sustantivos y hasta la historia de la Independencia.
Es la nostalgia que nos pega a cada rato. Porque cuando ves el reloj, piensas que ya estarías en el descanso o estarías por cambiar de clase. Conforme pasan los días te imaginas todas las actividades que se han perdido y piensas en los ensayos para festivales que no ocurrieron, en los convivios y sientes un poco de tristeza. Aunque claro, sabes que todo esto es para que tú y tus alumnos estén seguros.
Sí, es un mal del maestro organizar todo por colores, tamaños y formas, así que los primeros días de la cuarentena te dedicaste a organizar desde la cocina hasta los colores d etus hijos, todo perfectamente dividido por color, pero al pasar los días también se revela a verdadera naturaleza del maestro: desorganizado. No lo vamos a negar. Y ya todos los lápices están desordenados, los tuppers ya perdieron tapa y hasta la ropa está en cajones distintos. Uno de estos días te agarra la organizadera de nuevo, no hay problema.
¿Qué otra experiencia han pasado los docentes y sus familias en esta cuarentena? ¡Pregúntales y comparte con nosotros!