En el aula enfrentamos todos los días una enorme diversidad entre los alumnos, cada uno tiene características, habilidades y contextos completamente diferentes que los hacen diferente. En ocasiones esta diversidad es aún más evidente cuando enfrentamos temas como discapacidad, barreras de aprendizaje o dificultades específicas de algún tipo y aunque como docentes no está en nuestras manos hacer un diagnóstico si podemos ayudar a los estudiantes y a sus padres a iniciar una ruta en la dirección correcta, para que cada uno de nuestros alumnos obtengan los recursos que necesitan.
El problema es que el tiempo con el que contamos en el aula y la falta de herramientas son una constante para muchos de nosotros, si a esto sumamos las dificultades que ha traído la pandemia y las clases a distancia, se convierte en un problema más complejo y que puede alejar a algunos estudiantes del diagnóstico y la ayuda necesaria por más tiempo, especialmente si pensamos que ni los propios alumnos ni sus padres conviven diariamente con sus pares, con lo que se hace más difícil identificar el desarrollo habitual entre niños de la misma edad.
Por eso aquí te damos algunas señales que podrías advertir en estudiantes que te podrían ayudar a apuntar el camino a seguir a sus padres.
Sabemos que las barreras o discapacidades pueden ser de muchos tipos y pueden afectar a los alumnos de formas muy diferentes, para algunos sutilmente, para algunos de forma más obvia, pero en general podemos fijarnos en su desarrollo y en cómo enfrentan ciertas situaciones para identificar problemas de aprendizaje o desarrollo.
Uno de los primeros puntos para sospechar es cuando notamos discrepancia entre el aprovechamiento del alumno con respecto a las habilidades o el esfuerzo que demuestra, por ejemplo, si un alumno tiene facilidad para comunicarse de forma oral, pero al momento de entregar tareas o resolver un examen no logra transmitir la misma facilidad para comunicar ideas, si un alumno durante las clases o en algunos ejercicios demuestra que comprende los procesos matemáticos para resolver problemas u operaciones, pero al momento de realizar los ejercicios obtiene resultados pobres. En estas situaciones podemos notar una discrepancia entre resultados y procesos, por lo que en algún punto del camino podría tener algún tipo de dificultad que quizá ni ellos mismos pueden explicar.
De este modo también podríamos identificar problemas si notamos que un estudiante pasa demasiado tiempo en ciertas tareas, para resolver algunos ejercicios o si los padres nos informan que el tiempo que dedican a los trabajos en casa es demasiado largo.
Otra de las señales a la que podemos estar atentos es su capacidad para seguir instrucciones a la par de sus compañeros. Si tenemos un estudiante que tiene problemas para seguir un proceso que se le ha comunicado de forma verbal o va entre instrucciones sin seguir un orden, si existe un consistente atraso entre sus acciones y las de sus compañeros, si tarda demasiado tiempo entre transiciones o se retrasa continuamente en ejercicios de clase, todas esas son señales de que algo ocurre, si suele entregar tareas incompletas o que al principio están bien resueltas pero en el camino pierden calidad, son pequeñas razones para prestar atención.
Estas señales pueden parecer desinterés o pocas ganas de participar, pueden parecer distraídos o poco motivados, pero también puede ser que el alumno pierda información, ya sea por una cuestión como un déficit de atención, por problemas con la función ejecutiva o por un tema de dislexia, discalculia, etc.
Sabemos como docentes que toda conducta implica algo, el comportamiento de los alumnos no es fortuito y rara vez puede simplificarse a algo como aversión o deseo, por el contrario, los motivos detrás de cualquier tipo de conducta son muy importantes. Los estudiantes que experimentan dificultad para resolver tareas, aún si logran entregar sus ejercicios más o menos a la par, podrían ver afectada su autoestima, por lo que podrían ser más retraídos, más agresivos, llamar la atención constantemente a puntos que no son los que siente débiles o alejarse de sus compañeros para evitar ser vistos. Normalmente los alumnos que se vuelven desafiantes obtienen mayor atención que los más callados, pero es importante prestar atención en ambos casos.
Es difícil que como docentes podamos intervenir mucho en este proceso, pero si podemos ayudar a los padres a tomar decisiones que les ayuden a obtener diagnósticos y la ayuda necesaria para los estudiantes. Recordemos que entre más pronto reciban atención mejores serán los resultados.
Adicionalmente, para nosotros, tener conciencia de las dificultades de los alumnos nos puede ayudar a mejorar las estrategias con las que dirigimos nuestro salón de clases, para que ningún estudiante se quede atrás.
¿Actualmente tienes algún alumno que esté enfrentando dificultades para ir al ritmo de sus compañeros? ¿Crees que identificar las barreras o discapacidades de tus estudiantes pueda ayudarte? +