Tú y: personas han leído este artículo.
Las clases se retomarán en línea, las escuelas permanecen vacías y tanto docentes como alumnos y padres de familia enfrentan un reto muy singular para este regreso a clases.
El docente es una de la figuras más importantes en este proceso, pero con el obstáculo de la distancia y otras dificultades como la brecha tecnológica, las condiciones en casa y el contexto difícil en el que nos encontramos son los estudiantes quienes enfrentan el verdadero reto, empoderarse y convertirse en estudiantes autónomos, capaces de organizarse, motivarse y fijar metas propias que se acomoden a sus necesidades.
Aunque los protagonistas tendrán que ser los estudiantes, nosotros como docentes somos quienes ayudaremos a los alumnos a lograr esto, por eso es tan importante nuestro rol en esta modalidad a la que todos nos hemos tenido que adaptar a una gran velocidad. Mucho de nuestro trabajo es la base para que estos alumnos aprovechen esta temporada, sean resilientes y alumnos capaces de superar el reto de forma satisfactoria. Aquí es donde el docente realmente se transforma de una figura que imparte o transmite conocimiento a un facilitador, que conduzca al alumno a través del descubrimiento, un elemento esencial.
Sin importar si el sistema en que se encuentran es presencial o a distancia, es importante y útil para cualquier estudiante ser autónomo y dueño de su propio proceso de aprendizaje, así que las bases que sentemos en esta temporada serán de gran utilidad para el futuro de cualquier alumno. Un estudiante autónomo es capaz de fijar metas propias e independientes, puede monitorear su propio avance e incluso autoevaluar sus resultados de forma objetiva, así como manejar la motivación sin depender de agentes externos.
Un estudiante capaz de tomar el control de su aprendizaje será capaz de lograr sus metas, pero también de distinguir de forma objetiva sus fortalezas y sus dificultades, tomar decisiones informadas sobre cómo y qué estudiar, además podrá desarrollar un pensamiento crítico que le ayude a formarse una opinión propia e informada, pues podrán aplicar el conocimiento, no solo adquirirlo.
¿Cómo ayudarlos?
Crea tareas que los motiven, la motivación es uno de los aspectos más importantes en la educación, pero esta debe ser intrínseca y no solamente provenir de premios, castigos o expectativas ajenas, por lo que debemos trabajar para que los estudiantes descubran la importancia de lo que hacen, así como el valor del conocimiento.
Esto puede lograrse a través de la reflexión, de preguntas que les hagan ver a los alumnos por qué estudian y para qué.
Otro factor importante para la motivación son las metas y los resultados, fijar metas claras tanto para el grupo como de forma individual puede ser la clave para evitar alumnos aburridos o inseguros que abandonen la escuela. Cada estudiante es distinto, por lo que ayudarlos a que ellos mismos puedan delinear sus objetivos, con base en sus propias necesidades, más allá de las calificaciones o de los estándares, podría mejorar notablemente el rendimiento escolar y mantenerlos motivados. Deja que ellos escriban estas metas, no tienen que ser muy altas, sino claras, y sobretodo, crea junto con ellos un plan para lograrlas, con pasos definidos y alcanzables en el corto plazo. Si tu alumno tiene problemas con matemáticas, por ejemplo, fijen metas cortas, como lograr resultados fluidos en ciertas operaciones, para lograrlo dividan esto en pasos, como empezar por aclarar dudas de proceso anteriores necesarios para esto, repasar el uso de signos, etc.
Un elemento más que puede ayudar a un estudiante a ser más seguro y con más agencia sobre la escuela está en la retroalimentación, es decir en la comunicación entre docente y alumno que le indique cuáles han sido sus avances, así como en que puntos necesita mejorar o en cuáles estar atento. Algo que se logra también a través de la autoevaluación, la evaluación entre compañeros. Dales la oportunidad de revisar sus exámenes con ojos críticos, para que ellos vean exactamente cuáles son los puntos débiles y las fortalezas, también permite que sus compañeros ofrezcan comentarios útiles, siembra un ambiente de respeto y seguridad.
Abre un poco el abanico de posibilidades para ellos y permite que ellos decidan el camino a seguir, dentro de los parámetros que se tengan en tu aula y en tu programa, claro, pero con opciones abiertas, escúchalos para entenderlos mejor y dales oportunidad de hacer de sus tareas o de sus proyectos algo propio. Darles opciones cerradas es una buena forma de comenzar, por ejemplo, pregúntales si desean trabajar en parejas o en equipos, dejáles tareas en donde ellos puedan decidir si escribirán o dibujarán sus respuestas o simplemente dales dos o tres lecturas distintas para que ellos escojan, ese tipo de decisiones los hará sentir más seguros.
¿Crees que tus estudiantes son dueños de su aprendizaje? ¡Cuéntanos un poco y comparte con nosotros tus estrategias!