Ser docente no es fácil, hay muchas cuestiones diarias que tienes que resolver, dividir tu atención entre lo que explicas, las tareas, los pendientes y los alumnos, además del malabareo con tu vida privada.
Por eso tus dificultades diarias son muy curiosos…¿Reconoces alguno de estos?
No importa si ya no están frente a clase, la voz de maestro se convierte en un recurso del día a día que a veces sale sin ser invitado. Esa voz que de vez en cuando sale en casa cuando los más pequeños no ser organizan, que a veces nos hace felicitar a alguien en la calle por haber hecho un buen trabajo o que incluso nos hace regañar a niños inocentes que corren en las plazas. La voz de maestro siempre te acompaña.
Puede parecer que esto no es un problema, pero sí. Tienen mesas, escritorios, mochilas y bolsas llenas de plumones, hojas de colores, sellos, estampas, cuadernos bonitos, plumas de colores, notitas adhesivas, etc. Y nunca los puedes dejar solos en una papelería porque encontrarán más de un aditamente que agregarán a su colección. ¿Lo usan todo? Posiblemente, pero sin duda es mucho más de lo que necesitan.
No solo de papelería nueva se llena la casa, también de artículos de reciclaje, como tubos de papel de baño, periódico para reciclaje, botellas pet, etc.
Para niños y para actividades didácticas. Están siempre actualizados de las últimas melodías que sean útiles para el salón de clases, aunque si de moda musical hablamos tal vez no reconozcan al cantante más popular que todos los adultos siguen. ¡Pero qué tal las canciones de las vocales!
Las mejores preguntas que llegan en el momento apropiado suelen venir de los estudiantes, no importa la edad, siempre tienen muy buena puntería para hacer preguntas incómodas en momentos específicos. ¿Profe, está casado/a? ¿Maestra tiene hijos? ¿Por qué no tiene novio/a? Y nunca falta que te hagan esa clase de preguntas cuando tienes muy pocas ganas de hablar al respecto.
El problema de las anécdotas de alumnos es que… siempre llega alguna a tu mente. Siempre. En cada conversación o situación llega a tu mente el recuerdo de algo gracioso que ocurrió en tu salón de clases, de algo emotivo que viviste con tus alumnos, del otro día que recogiste la tarea o simplemente la del día anterior, en la que calificaste la tarea y te reíste con algunas respuestas. Sí, en medio de cualquier conversación siempre tienes algo que contar.
Sí eso también pasa, porque cuando vas en el trayecto a tu casa inevitablemente te acuerdas de esa cosas curiosa que ocurrió en el día y comienzas a reírte porque eso que dijo el más pequeño de la clase en medio de tu explicación era muy gracioso, solo que en ese momento no podías reírte. Aunque también ocurre lo contrario, cuando regresa a ti cierto enojo, cierta frustración o la preocupación que sientes por alguno de tus alumnos. Y en lugar de reír pones cara de enojad y lanzas algunos ademanes. Por eso, a veces la gente te mira de reojo cuando te acuerdas de esas cosas y estás en un lugar público.
Dar clases no es algo sencillo, hay que entrenar el alma y el cuerpo para estar al cien durante las sesiones y eso implica también organizar tu horario y cantidad de ingesta de agua, porque tener ganas de salir corriendo a la mitad de una clase… no es una opción. Así que calculas la cantidad de agua y café que puedes ingerir por la mañana o entre las clases. No hay de otra.
¿Te identificas con alguno de estos problemas?