Aquí te dejamos algunas situaciones que podrían causar incomodidad en medio del salón de clases. ¿Te han pasado cosas así?
¿Y si no me la sé?
Todos los maestros fueron alumnos alguna vez, es posible que tus alumnos no te lo crean por nada del mundo, pero ¿alguna vez estás frente a clase y de pronto tu alumno más creativo levanta la mano para preguntar sobre el tema que se te dificulta explicar? Mientras lo ves con su mano levantada te preguntas qué clase de duda le habrá surgido y si tendrás la respuesta a ese cuestionamiento. Te sientes exactamente como cuando te tocaba responder alguna pregunta en clase, pero cuando eras alumno. ¿La relación entre el número pi y el universo? ¿Por qué Napoleón decidió invadir Rusia en invierno? ¡No lo sé! Lo podemos investigar, claro, pero el momento de no saber…
Aguantar la carcajada
En medio de una clase con mucha seriedad ese alumno comediante saca el chiste más gracioso que has escuchado, te hace reír muchísimo, pero ¡espera! Eres el maestro, no puedes celebrarle la broma o incentivarás esa conducta. Lo correcto sería llamarle la atención ¿no? ¡Pero ha sido el mejor chiste! Y ahí, frente a todos tus alumnos te toca aguantar la risa, ponerte serio, pedir silencio y continuar con el tema como si nada hubiera pasado.
Visita inesperada
Llevas un día tranquilo, el tema atrae a tus alumnos y has tenido un día relajante con tus pequeños, se llevan bien, todo va de maravilla, hasta que un maestro (del género contrario al tuyo) se acerca a dejarte un documento, a pedirte un favor, hacer alguna pregunta… ¡La oportunidad perfecta! Gritos, risas, una que otra burla. “¡Uuuh! Profe, ya tiene novio(a)” ¡No, niños! ¡Es solo un compañero!
“Ma…estra”
Sabes que pasar tanto tiempo con los niños puede hacerlos parte de tu familia, con el tiempo incluso convives más con ellos que con algunos parientes, pero tampoco es para tanto. En medio de una clase normal un niño, de pronto, tiene una pregunta urgente, alza la mano y llama tu atención: “mamá” “papá” Es inevitable reírse, todos sus compañeros lo saben y a todos alguna vez les pasará.
¡No me digas!
Ah, la imaginación en la infancia es un arma poderosa, gracias a ella los niños se divierten, aprenden, desarrollan su inteligencia y… se inventan pretextos. Nunca falta esa capacidad narrativa en los alumnos, sobretodo cuando le preguntas por qué no hizo una tarea, por qué faltó a clases, por qué llegó tarde… Un unicornio, el policía maligno que buscaba destruir al universo, el perro come tareas que sólo así puede alimentarse… el límite no existe, para historias, las que te cuentan los niños. Y aunque quisieras ponerle un diez por creatividad literaria, su pretexto no le servirá para salir del problema.
¿Envidia?
Un día difícil, porque la clase fue pesada, hace calor y percibes a tus alumnos fastidiados, tú también estás cansado. Lo que hace más obvio el cansancio es tu alumno, ese que cabecea al fondo del salón y que se esfuerza por mantenerse despierto. Bueno, tal vez no se esfuerza tanto y se ha quedado dormido por completo. La verdad es que más que regañarlo quisieras unirte a él, pero eres el maestro y no puedes abandonar tu puesto. Lo miras con un poco de envidia, porque deseas descansar un poco los ojos… No, despierta, despierta a tu alumno, aún pueden hacer algo divertido o mejorar la clase, un poco de actividad puede cambiar este ambiente.
¿Reconoces estas situaciones? ¿Alguna te ha ocurrido frente al grupo? ¡Cuéntanos de ellas, queremos saberlo todo!