Si hay algo que caracteriza la profesión docente es cómo toma control de gran parte de nuestra vida, pues vayamos a donde vayamos no podemos quitarnos por completo el saco de maestro, buscamos oportunidades de aprendizaje en todos lados, pensamos en nuestros alumnos todo el tiempo y utilizamos esa aterradora voz de profe en diversas situaciones.
Sí, eso nos encanta, pero ¿qué pasa cuando tenemos pequeños en casa? Ellos también saben que el ser maestro está presente todos los aspectos de nuestra vida, pues por más que nos esforcemos, dejar de lado nuestra perspectiva docente la momento de educar a nuestros hijos no siempre es fácil. A pesar de ello es muy importante encontrar un equilibrio entre nuestro trabajo y cómo nos acercamos a nuestros hijos.
No importa que tan pequeños son, nuestros hijos saben cuando nuestra personalidad de maestros está al frente, aún dentro de casa. Y es que el trabajo frente a grupo requiere constantemente de paciencia, disciplina, orden y expectativas, pero esas habilidades también las usamos en casa, por lo que establecer un límite claro o una diferencia entre ambos ámbitos no siempre es sencillo. Sin embargo es probable que los niños si puedan verlo con claridad.
Confiar en tus hijos y permitir que ellos confíen en ti puede ser una de las mejores estrategias para estos momentos. Habla con ellos y establezcan señales para que puedan indicarte cuando se sientan abrumados. Escúchalos y valora lo que dicen, no significa que ellos tengan el control, pero puede ayudar a que encuentren una media positiva para la relación en casa.
Dejar las cosas de trabajo fuera de casa no siempre funciona, constantemente alguno invadirá al otro y si hemos puesto mucho esfuerzo en separarlos seguramente nos provocará un sentimiento de frustración, por ello, aunque para lograr el equilibrio muchas veces se aconseja dejar las cosas del trabajo en el trabajo, también se vale encontrar un equilibrio entre ambos papeles dejando que tu lado de maestro y de padre convivan entre ellos. Tus hijos serán los mejores ayudantes para poner en orden los materiales para tu clase, una actividad que podría servir para unirlos.
Ser maestro no siempre es lo mejor cuando se trata del desarrollo académico de nuestros pequeños, si bien es muy útil para el lado académico, también puede convertirse en un problema si permites que tu personalidad de maestro analice todo desde su perspectiva. Quizá el público más difícil para un docente es un padre que también es docente. Si detectas que buscas demasiado a los profes de tus hijos, sobre analizas la tarea que les dejan o pones en duda los métodos del docente puede ser un momento para relajar un poco tu lado de maestro. Piensa en los padres con los trabajas a diario.
¿Cuáles son tus estrategias para lograr un equilibrio entre tu lado docente y tu lado de padre? ¡Compart con nosotros!