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A lo largo de la historia, hombres y mujeres han aportado sus conocimientos, habilidades y experiencia para que la humanidad descubra y construya un mejor mundo, sin embargo, en los libros de historia y en la cultura popular la gran mayoría de los nombres que conocemos son masculinos, a pesar de que existen cientos de nombres femeninos que también cambiaron el mundo o que quedaron ocultos bajo las aportaciones de los hombres.
Aquí te presentamos cuatro nombres que deberían ser tan conocidos como el los hombres con los que se relacionaron, pero que ha sido hasta hace poco que hemos prestado atención a sus aportaciones. ¿Cuáles agregarías tú?
Nació en Serbia en 1875 y desde pequeña mostró grandes habilidades para la ciencia. Estudió Matemáticas en el Instituto Politécnico de Zurich, como una de las primeras mujeres en ser admitida en una universidad. En esta escuela conoció a Albert Einstein, con quien se casó unos años después. A pesar de tener altas calificaciones, incluso más altas que las de Einstein, ella no logró obtener su doctorado, pues la pareja se embarazó antes de que presentara los exámenes finales. En 1990 comenzó un fuerte debate entre científicos y comunidad académica, pues en sus cartas con Albert Einstein se intuye la importante colaboración que aportó Maric al famoso trabajo que le dio el Nobel al que se convertiría en su exesposo. Los años más importantes y creativos para el famoso científico fueron los que pasó al lado de Mileva y ellos, al divorciarse, acordaron que él le entregaría el dinero del Nobel si llegaba a ganarlo.
Este debate aún está presente entre la comunidad, pues implicaría que los créditos de la famosa Teoría de la Relatividad deben darse a la pareja y no solamente al físico. Más allá de eso, los conocimientos matemáticos de su esposa sin duda aportaron ideas y datos para el trabajo que cambió las leyes de la física moderna y cambió la historia, además fue Mileva quien cuidó de la vida doméstica de la familia, dejando de lado su propio interés en la ciencia.
Nació en Puebla en 1916, periodista, dramaturga, novelista y cuentista, es una de las autoras más importantes para la literatura del siglo XX, su novela Los recuerdos del porvenir es considerada la precursora del Realismo Mágico, corriente literaria que muchos reconocen a partir de Cien años de soledad, aunque el trabajo de la autoria se publicó unos años antes. Críticos y autores como Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges y Cristina Ocampo se refirieron a su trabajo como revolucionario.
A pesar de sus aportaciones a la literatura su trabajo es poco reconocido fuera de México, muchos académicos señalan que es la sombra de su esposo Octavio Paz la que de muchas maneras limitó el alcance de su influencia. A pesar de ello, poco a poco tenemos mayor acceso a su trabajo y un mayor número de académicos han puesto su foco de atención en sus cuentos, obras de teatro, novelas y ensayos.
El trabajo de Mary Shelley es muy conocido en la cultura popular, su novela Frankenstein o el moderno Prometeo se ha convertido en un referente de la literatura y atraviesa la historia al convertirse en un referente para el cine y un sinfín de obras. Esta novela es considerada la obra que inauguró la ciencia ficción, escrita por Mary Shelley a los 21 años. El mito dice que se originó en el verano de 1816, un verano marcado por la oscuridad y la neblina provocada por la erupción del volcán Tamobra. Retirados en una villa privada, John Polidori, Lord Byron y Percy y Mary Shelley se retaron a escribir relatos de horror, se dice que la génesis de Frankenstein fue este extraño contexto.
Hasta los años 70, Mary Shelley era principalmente reconocida, sí, por su novela, pero más por el trabajo de edición que hizo de la obra de su marido, Percy Shelly, importante político de la época. Pero ya a finales del siglo XX comenzó a estudiarse con mayor detalle su obra literaria, entre la que destacan novelas como El último hombre o Ladore.
Mari Anne aprendió a tocar el clavecín y el piano a corta edad, además de mostrar habilidades para el canto desde muy pequeña. Su padre Leopold viajó con ella y con su hermano Wolfang a Viena y a diferentes ciudades para mostrar el impresionante talento musical de sus hijos, pero cuando la pequeña Mari Anne llegó a la adolescencia esto cambió, pues ella se encontraba en edad casadera y viajar para tocar en público habría sido mal visto, por lo que a partir de ese momento se quedó en casa junto a su madre, hasta el momento de su matrimonio.
Por las cartas que intercambió con su querido hermano Wolfang sabemos que tuvo interés por la composición y que continuó tocando el piano aunque no de forma pública, no tenemos ningún registro de sus composiciones, entre otras razones porque en esos momentos el nombre de una mujer en una obra era algo inconcebible, pero Wolfang la alababa y confiaba en ella y en su criterio, tanto como para compartir con ella sus conciertos, para recibir retroalimentación.
Conocida como la Marquesa de Chatelet, Gabrielle Émille demostró desde pequeña una curiosidad inusual y un fuerte deseo por aprender apenas comparables con su inteligencia, las matemáticas, la filosofía, la física y las lenguas fueron desde el inicio materias de su interés. A los 12 años hablaba inglés, alemán, francés y español, además traducía textos del griego y el latín, había estudiado a los filósofos más importantes y demostraba un profundo interés en aprender. A los 19 años leyó la obra de Descartes, modelo que impuso el pensamiento deductivo en ella y a partir del cual juzgaba todas las teorías que se le presentaban. Escribió y publicó un ensayo sobre la naturaleza del fuego que trabajó junto a Voltaire, su pareja, pero con quien difería en conclusiones, por lo que hizo sus propios experimentos para presentar su ensayo. Más tarde escribió Las instituciones de la física, una obra de tres volúmenes para instruir a los jóvenes en lo que ella consideraba una materia esencial para el desarrollo. Mayormente apegada a los principios de la física newtoniana, fue una de las primeras científicas en considerar las aportaciones de diferentes corrientes de la ciencia en lugar de apegarse a una sola y desechar por completo las otras.
Su mayor aportación está en la traducción que hizo de los Principia, las obras en latín de Newton, las cuales eran consideradas por muchos como oscuras y difíciles, por lo que su traducción fue un gran apoyo para los estudiosos de esta ciencia que tuvieron traducciones claras, fieles y bien estudiadas. A pesar de su notable presencia en el Siglo de las Luces es poco lo que sabemos de ella en los libros de historia.
¿Qué otros nombres agregarías a esta lista o cuáles son los roles femeninos que añades al salón de clases? ¡Comparte con nosotros tus aportaciones!