Ingrid Crespo Núñez
Estudiante de Maestría UPN Monclova
Febrero 2020
Para que un país funcione satisfactoriamente, debe tener una educación de calidad, ya que ésta es uno de los factores que más influye en el avance y progreso de personas y sociedades, además de que provee conocimientos, enriquece el espíritu, los valores, la cultura y todo lo que nos hace mejores seres humanos.
Cada generación es diferente, tiene distintos problemas de acuerdo a su gobierno y otros factores, es diverso en cuestiones sociales, de alimentación y sobre todo en la educación que recibe; es por ello que el docente debe ser capaz de acercar a sus alumnos al conocimiento y ser ejemplo para éstos, enseñar a los educandos la importancia de recibir la instrucción, tienen que saber el objetivo por el que tienen que aprender, es decir, hacerlos conscientes de ello.
El Sistema Educativo Mexicano presume de equidad y calidad, pero los resultados no dicen los mismo: existe deserción, ¡y qué casualidad que en las comunidades más pobres en economía es donde hay mayor problemática! Siempre se ha sabido que es ahí donde habrá todo tipo de situaciones de conflicto: delincuencia, familias disfuncionales, y sobre todo, analfabetismo.
Un docente debe ser entregado a su trabajo, tenemos la necesidad de crear ciudadanos libres, líderes que se desarrollen con innovación, competentes en el área en la cual se sientan identificados, no personas frustradas por estar en trabajos que no les apasionan. Debemos tomar en cuenta todo tipo de áreas, no menospreciar ninguna, y sobre todo en el caso de primaria, cumplir con el trabajo de todas las asignaturas sin abusar del español y las matemáticas. Hay que considerar que los alumnos son distintos, que son importantes todos, que tienen distintas habilidades que desarrollar y que no solamente se deben conocer aprendizajes teóricos, sino que son importantes otras áreas como las artes y los deportes, por mencionar algunos.
Otro aspecto muy importante que como docentes debemos tener es hacer sentir a los alumnos que tienen el respaldo de nosotros, que estamos preocupados y ocupados, al igual que sus padres, en darles una educación de calidad. Pongamos el ejemplo de buscar un mejor futuro para que ellos tomen nuestro ejemplo, es decir, que vean cómo una sola persona marca la diferencia y pone un sello especial en cada cosa que hace.
Un docente que sólo vive al día no vive para servir, un docente callado y que no alza la voz no es agente de cambio. Debemos exigir que se tome la debida importancia a la educación del país, escuelas dignas, proponer contenidos y programas que estén aptos para cada tipo de escuela o unificar los planteles, que exista equidad en cuanto a insumos y recursos.
Todos tenemos nuestras responsabilidades, pero un docente debe demostrar que está preocupado y hablar, proponer mejoras y ser un verdadero profesional. Sólo los verdaderos docentes dejan huella, inculcan valores y sobre todo son ejemplo para los alumnos. Nunca hay que quedarse en la pereza de sólo opinar, hay que actuar.