Aunque la experiencia ha sido difícil, dar clases a distancia nos ha dado nuevas habilidades, nos llenó de ideas y nos abrió posibilidades sobre las herramientas y recursos que usamos para la enseñanza. Y aunque poco a poco vemos más cerca el volver a clases, es importante que, como en toda experiencia, analicemos lo que hemos ganado, lo que hemos aprendido y cómo esto entrará en nuestra aula una vez que volvamos a clases presenciales. Aquí hicimos una pequeña recopilación de estrategias y herramientas que algunos profes han identificado y cómo esto volverá al salón de clases.
El Flipped Classroom es una metodología que consiste en “voltear” el sistema, buscar que los alumnos adquieran información por su propia cuenta en casa, aquella que normalmente le daría el profesor en clase. A través de contenidos visuales, clases en video, infografías u otros recursos, el alumno adelanta algunas partes de su aprendizaje para ampliar el tiempo de otros proyectos en clase. Aunque nuestras clases a distancia no son precisamente un aula invertida que hayamos creado a propósito, sí hemos aprendido a usar nuevos recursos que pueden ser muy útiles para implementar este tipo de metodologías, pues los alumnos podrán poner en práctica las habilidades necesarias para investigar y leer por su propia cuenta, con lo que tendrás oportunidad de gamificar tu aula, crear proyectos más elaborados, abrirte a la experimentación y al aprendizaje por medio de otras herramientas.
Debido a las dificultades que se presentaron desde que empezamos a dar clases a distancia, tuvimos que aprender a ser más flexibles en casi todas las áreas, tanto en los aprendizajes esperados como en la evaluación de estos. Y es que no todos los alumnos se pueden conectar a la misma hora, algunos pueden pasarse días sin conexión a internet, lo cual dificulta mucho ser estrictos con algunos parámetros.
Aunque nos causa alivio que al volver a clases podremos alcanzar una nueva normalidad, también es importante que conservemos la flexibilidad, pues no todos los alumnos viven situaciones iguales, por lo que nos hemos dado cuenta que exigir algunos parámetros puede resultar en desigualdades. Así, flexibilizar lo que esperamos y sobretodo, cómo evaluamos, podríamos permitir nuevos soportes para las tareas, nuevas posibilidades para los exámenes.
Si algo fue un reto, sobre todo al principio, fue ponernos en contacto con los estudiantes, a quienes dejamos de ver de un día para otro. Pero poco a poco nos permitimos acceder a nuevos medios de comunicación para hablar tanto con los alumnos como con sus padres y aunque los primeros meses resultó algo muy absorbente, también nos dimos cuenta de todas las posibilidades para hablar con las familias e incluso con los alumnos. Será importante en el futuro mantener abiertos todos los canales de comunicación, siempre con las restricciones que nuestro bienestar requiere, pero con la posibilidad de mantenernos en contacto incluso con las familias con situaciones más extrañas.
Algo que también hemos tenido que implementar con mayor frecuencia en esta forma de enseñar es la retroalimentación con los estudiantes. Al estar en contacto con ellos de forma irregular y adaptada, hemos aprendido a transmitir algunas necesidades, preocupaciones y avances de forma concreta y positiva. Así, los alumnos han recibido correos y respuestas en el chat, incluso aquellos más aislados para conocer sus resultados o los puntos que deben trabajar. Y es que aunque no puedan conectarse o no puedan encender sus cámaras, nos hemos permitido abrir nuevos medios y respuestas que hacen la retroalimentación para los alumnos mucho más eficiente. Algo que podrían continuar una vez que volvamos a las aulas.
De todas las cosas que has tenido que adaptar y aprender a lo largo de este último año, ¿qué te gustaría llevar al salón de clases cuando volvamos a clases presenciales? ¡Comparte con nosotros tus ideas!