Cuando la gente es muy veloz para completar una tarea o las cosas se terminan tan pronto que sorprenden, se dice que se terminó en un santiamén. El origen de esta palabra está en las iglesias. Antiguamente, las misas y las oraciones se decían siempre en latín, por lo que al momento de persignarse la frase completa era “In nomine Patris et fili et spiritus sancti. Amen”.
Tras la confesión, la gente suele recibir una penitencia para que sus pecados sean perdonados, por lo que repiten oraciones una y otra vez, algo que lleva tiempo. Al finalizar, debido a la velocidad en el rezo, las palabras se juntan y cuando esto se hacía en latín, solía cerrarse con un “santiamen”, que abreviaba la última parte “...Sancti. Amen”. Con el tiempo se adoptó como término que se refiere a cosas hechas a gran velocidad.