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Este ciclo escolar tiene sus propios desafíos, la mayoría de los cuales nunca habíamos enfrentado, no importa cuántos años tengamos en el aula, porque nunca nos habíamos vistos obligados a tener clases a distancia, especialmente si nuestros alumnos tienen poco acceso a la tecnología. Por ello, todos nos encontramos en un proceso de aprendizaje continuo, estresante sí, pero también interesante. Poco a poco nos hemos adaptado y entendido los nuevos estándares.
Los profes que tienen clases a través de plataformas como Zoom o Google Meeting han requerido nuevos criterios de evaluación, reglamentos distintos y adaptaciones complejas. Para muchos de nosotros estas clases, ya sean continuas o muy espaciadas, son el único momento en el que podemos recibir retroalimentación de nuestros alumnos, por lo que seguramente la cámara encendida es un requisito indispensable.
Pero esto podría tener sus propias consecuencias, el requerir el video encendido podría ser desgastante, incluso podría derivar en alumnos que abandonan las clases o se alejan de las actividades en línea.
Sin duda tú también has sentido la inseguridad de tener la cámara encendida, el mirarse constantemente en video, preocuparse por el fondo y la ropa que usas, los ruidos ambientales y los intrusos inesperados para tus clases. Estas mismas inseguridades asaltan a tus estudiantes, sumadas a las dificultades técnicas de mantener la cámara encendida, el consumo de internet, la calidad del equipo en el que estamos, etc.
Aunque nosotros también enfrentamos esto a diario y seguramente hemos tenido que superar diferentes retos, este es un momento en el que la flexibilidad es la clave para que nuestros estudiantes permanezcan en clase, a pesar del reto.
Los problemas técnicos podrían ser la mejor razón para considerarlo. La mayoría de los estudiantes comparten internet con hermanos que también toman clases o con padres que trabajan a distancia, en el mejor de los casos, esto disminuye el ancho de banda de su internet y por lo tanto es más efectivo si evitan el uso del video, con lo que podrían tener una clase más fluida, sin tantas interrupciones debido al internet.
Pero también es importante considerar que no todos los estudiantes se sienten cómodos con lo que la cámara podría revelar, desde las horas invertidas en lucir mejor para sus compañeros o la inseguridad que provoca el ser visto en cámara, hasta el ambiente en casa que incluso podría ser causa de bullying entre compañeros. Si un estudiante no se siente cómodo con la cámara encendida lo más probable es que no logre concentrarse en la clase y tras varias clases dejará de asistir por completo, lo cual no implica por ello que sienta desinterés por la escuela, pero la inseguridad y la ansiedad provocada por esto se interpondrá en su deseo académico.
Sí, es verdad que a la distancia tenemos menos oportunidades de recibir retroalimentación, de evaluar si los alumnos realmente van al ritmo de la clase o si necesitamos volver sobre nuestros pasos, información que nos da, al menos en parte, verlos en video. Sin embargo es importante que busquemos otras alternativas para evaluar esto, aunque implique incluso un trabajo en diferentes momentos, pues quizá durante la sesión en vivo no logremos evaluar esto en cada alumno.
Existen buenas alternativas para nosotros y para los alumnos, tanto para garantizar los recursos con los que cuentan para profundizar en los temas de clase como para evaluar si las clases van bien. Crea encuestas regulares, antes y después de clase, busca que participen y que, a pesar de tener la cámara apagada, sean activos durante la clase, podrías pedirles que tomen nota en la sección de comentarios para hacer resúmenes de los temas vistos, o que al finalizar la sesión envíen una foto de sus apuntes. Esto podría tener la función de cerrar la clase con un resumen útil para todos y para evaluar su atención.
También puedes asignar tareas en las que tú les veas el rostro, como videos privados o videos en los que no aparezcan necesariamente, pero que incluya su voz.
De la mano con permitir que las cámaras se apaguen, está la necesidad de tener un ambiente seguro. Es tan importante a la distancia como lo sería en un aula presencial. Habla con tus estudiantes sobre sus sensaciones al respecto de la clase, pregunta a ellos y a sus padres si están cómodos con el video encendido, cómo han sentido el ambiente durante las sesiones, si se sienten cómodos o si han sentido estrés por alguna razón. Es importante que todos los participantes se sientan libres de moverse como lo harían de forma presencial, sumado a los elementos que no controlan, como el ruido de fondo, los hermanos que aparecen o las mascotas que saltan sobre las cámaras. No está mal recibir con una sonrisa esos momentos, aceptarlos, esto hará el ambiente menos tenso.
¿Para ti es requisito que los estudiantes tengan la cámara encendida? ¿Con qué adaptaciones podría ser menos tenso este momento? ¡Comparte con nosotros tus experiencias e ideas!