Traducir no es una tarea sencilla, aunque se conozcan dos o más lenguas, al momento de hacer una traducción entra en juego la cultura de donde proviene una palabra o frase y la cultura de la lengua a la que llega. La traducción no es solamente algo técnico, se requiere cierta sensibilidad para entender la verdadera intención de lo expresado y en algunos casos es imposible cambiar una palabra por otra, pues, aunque exista un término equivalente, la palabra o la frase está tan cargada de significado emocional o social que no basta sustituirlas.
Tal es el caso de “sobremesa”, una palabra del español que difícilmente se traslada a otros idiomas, esa acción de quedarse un rato después de la comida, conversar con los presentes y tomar un café infinito. Ejemplos como éste hay varios en nuestra lengua (y en todas las demás), en México “tutear” a alguien puede ser un signo de confianza que no encuentra traducción en lenguas como el inglés, cuyos pronombres no distinguen entre tú y usted. Ni hablar de las líneas temporales como el “antier” o “anteayer”. Por esto y más, aprender otra lengua no es solamente estudiar gramática, es conocer el mundo desde otra perspectiva y apreciar, de nuevo, la propia.