Es muy probable que al estudiar en primaria te dejaran claro que las faldas eran para las niñas y los pantalones para los niños; que las niñas podían usar el cabello largo, mientras que los varones debían llevar clásico casquete corto; que si dos niñas se abrazaban o tomaban de la mano en el recreo, era perfectamente aceptable; pero si eras niño y hacías algo parecido con otro varón, se volvía incómodo para los adultos, hasta te hubiese tocado una visita a la dirección en compañía de tus padres. ¿Qué tanto de eso ha cambiado a la fecha?
Quizá para algunos sea un tema complicado, pues no es fácil adaptarnos. Estos lineamientos llevan muchos años dentro de nuestra sociedad, pero como maestros debemos reconocer que las cosas no son iguales y que muchos de los cambios son para bien de nuestros alumnos. Para empezar, reconocer con claridad la diferencia entre el sexo y el género es un buen avance; el primero es el que se determina desde el nacimiento, si somos biológicamente hombres o mujeres; mientras el segundo se compone por la serie de actitudes con las que nos educan y nos diferencian del sexo opuesto (color de ropa, la manera de sentarnos, la forma en la que nos comportamos siendo hombres o mujeres).
Aunque existen diferencias naturales entre hombres y mujeres, muchas de las “diferencias” se crean por el rol de género que se impone en la sociedad: pensar que las niñas son más dóciles y serviciales, mientras los hombres líderes y fuertes, no se determina por su biología, sino por nuestras ideas de lo femenino y masculino, las cuales son meramente construcciones sociales. Puede parecer obvio, pero todos hemos oído (e incluso dicho) frases como: “pegas como niña”, “así no se sientan las señoritas”, “compórtate como un caballero”.
Es un compromiso con la educación actual el luchar contra estos roles que encasillan a los seres humanos y no permiten alcanzar la tan anhelada equidad entre hombres y mujeres, aunque, sin pensarlo, muchas veces reproducimos dichos roles, tanto dentro, como fuera del aula. ¿Alguna vez has regañado a tu alumno por usar el cabello demasiado largo? ¿Has hecho que tus alumnas asistan a la escuela con falda pese al frío, porque el reglamento manda que así debe ser el uniforme? Cuando has pedido ayuda para cargar algo, ¿has preferido que lo haga un varón en lugar de una mujer? Quizá no lo hayamos pensado antes o pensemos en la importancia de cumplir el reglamento, pero si pensamos en una escuela donde todos los alumnos apoyen en cualquier tarea o puedan decidir si quieren usar falda o pantalón sin discriminarlos por su elección, ¿esto sería malo para su educación? ¿acaso una niña con pantalones aprendería menos matemáticas, español o geografía?
Hoy por hoy no basta con levantar la voz y decir que los hombres y las mujeres somos iguales, pues es importante educar y educarnos para formar una sociedad mejor informada y libre de elegir. ¿Qué opinas tú de esto? ¿Qué haces para fomentar la equidad y evitar los estereotipos? ¡Cuéntanos!