El estrés es parte de casi todas las actividades que realizamos, y aunque también es un motivador importante que nos ayuda a mantenernos activos y alerta durante periodos críticos, en la actualidad se ha convertido en un problema que a la larga afecta nuestra salud, así como nuestro rendimiento.
Aunque el estrés se asocia particularmente a la agitada vida de los adultos que tienen sobre preocupaciones como el hogar, el trabajo, la economía familiar, etc., los estudiantes también se estresan, tanto por los resultados académicos, como por las situaciones personales que viven a diario. Esto tiene un efecto sobre su cerebro y sobre sus cuerpos, lo cual frena el aprendizaje y los expone a problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad.
Es muy importante que como profesores ayudemos a los estudiantes a prevenir esto, por lo que validar sus retos y emociones es esencial.
El aumento en problemas como depresión o ansiedad en la población mundial es un reflejo de las dificultades que vivimos actualmente, pues nos movemos en un mundo cada vez más rápido y más exigente. Pero los problemas de salud mental afectan a personas cada vez más jóvenes, lo cual impide su desarrollo y pone en riesgo su futuro.
Y es que tanto padres como escuelas ponen sobre los hombros de los estudiantes exigencias y expectativas que muchas veces resultan excesivos o son las condiciones sociales las que ejercen presión sobre los jóvenes.
Físicamente los adolescentes están menos preparados para manejar el estrés, pues su cerebro aún está en desarrollo. Estas diferencias fisiológicas provocan que los adolescentes se enfrenten a sus problemas de forma poco saludable, lo cual los expone a riesgos de adicciones, abandono de estudios, bajo rendimiento escolar.
Además de esto, la tecnología y la gran conectividad a la que estamos expuestos pone a los estudiantes alerta ante la inseguridad del mundo, las noticias, los constantes bombardeos de información y alta exigencia social hace que los adolescentes se encuentren estresados no solo por la escuela o por su vida diaria, sino por los acontencimientos del mundo o por la socialización al interior de las plataformas sociales.
Aunque eliminar las fuentes de estrés está totalmente fuera de nuestro alcance, como docentes si podemos colaborar para que los estudiantes de todas las edades enfrenten esto de la mejor manera posible.
Construir resiliencia es la única forma en la que podemos hacerlos sentir más seguros y preparados.
Fortalecer su autoestima
Si en el salón de clases promovemos el fortalecimiento de la imagen propia ayudaremos a los estudiantes a sentirse seguros. Celebrar sus éxitos y centrarnos en una mentalidad de crecimiento son estrategias útiles.
Enseñar técnicas de estudio
Aportar técnicas para que los alumnos estudien por su cuenta o se preparen para exámenes o ayudarlos a enfrentar las tareas podría ser de gran utilidad para ellos.
Técnicas para relajarse
Ejercicios de relajación o estrategias para concentrarse como descansos mentales pueden ayudarlos a sentirse tranquilos.
Manejo de emociones y reconocimiento
Conocernos a nosotros mismos, aprender a regularnos, a reconocer y manejar nuestras emociones podría ser de mucha utilidad para ellos.