En los años 40 un psiquiatra infantil llamado Leo Kanner describió un trastorno que no se había descrito antes y lo llamó autismo infantil, en el artículo con el que dio a conocer esto hablaba de niños ensimismados, con dificultades para comunicarse y que presentaban conductas extrañas, repetitivas. Desde esa época mucho se ha descubierto y mucho ha cambiado en torno a este tema, al autismo ha aumentado su prevalencia con los años y como docentes nos hemos enfrentado al Trastorno de Espectro Autista muchas más veces incluso de las que sabemos, pues ahora nos damos cuenta de que el diagnóstico de este trastorno de desarrollo no era tan preciso en años anteriores, por lo que seguramente más de un pequeño o pequeña que vivía con esta condición pasó por nuestras aulas sin saber que se trataba de alguien en el espectro.
A finales de los años 90 una socióloga trajo al centro de la conversación una perspectiva muy diferente de lo que era el autismo. Judy Singer, ella misma diagnosticada con TEA, fue una activista por los derechos y la inclusión de personas con autismo, especialmente en el entorno escolar, que dio un nuevo nombre a lo que hasta entonces cargaba con enorme estigma. Ella llamó neurodiversidad y no discapacidad a la diferencia neurológica que existe entre las personas en el espectro autista y el resto de la población, puso el foco en el hecho que los cerebros de estas personas están “cableados” de una forma diferente al de los demás y por lo tanto son diferentes, pero no menos capaces que el de los neurotípicos, como se le denomina a quienes no presentan el trastorno.
El tiempo y el avance de la ciencia le han dado la razón a Singer con el simple hecho de que al analizar por imagen el cerebro autista ha sido obvio que no se parece al de los neurotípicos, sino que tienen una actividad diferente. Esto ha hecho obvio que efectivamente las personas con TEA son neurodiversas. Con el tiempo esta terminología se ha adherido a otras condiciones, como el Trastorno de Déficit de Atención y se ha hecho presente en la comunidad de activistas con autismo o autistas, como ellos mismos se identifican. Con esto se ha cambiado el foco en las narrativas en torno al autismo y a otros trastornos de desarrollo, que solían implicar un estigma doloroso para las familias y para quienes viven en el espectro, muchas veces relacionado con conceptos, actitudes y visiones discriminatorias.
El uso del término y el concepto de neurodiversidad ayuda a empoderar a las personas con autismo, quienes desde esta perspectiva comprenden mejor sus propios procesos como parte de una diferencia neurológica, hace el giro al poner sobre la mesa que las verdaderas barreras no las tienen ellos, sino la sociedad, que limita su participación y que pone condiciones a su comportamiento, cuando toda conducta tiene una razón basada en las características de su cerebro para regularse y percibir el mundo, lejos de ser solamente conductas deliberadas de desafío o simples expresiones sin trasfondo. Al pensar en un cableado diferente podemos entender mejor su forma de aprender, sus sensibilidades y los proceso detrás de sus acciones, por ejemplo las estereotipias o los movimientos repetitivos, que sirven a las personas con autismo para regular los impulsos que reciben del exterior, como un filtro.
Al mismo tiempo, el término hace énfasis en sus capacidades y fortalezas, porque así como enfrentan dificultades con respecto a otras personas, también se hacen obvias características que los hacen más fuertes, como una mayor capacidad para concentrarse ininterrumpidamente en objetos de interés, una percepción aumentada de patrones, sentidos más despiertos o un procesamiento visual que les ayuda a construir, dibujar o o desarrollar planos. Claro que, como en los neurotípicos, las fortalezas de cada persona dependen de sus propias características y habilidades, por lo que debemos recordar que si conocemos a una persona con autismo solo conocemos a una persona con autismo.
Al mismo tiempo, este término y todas sus implicaciones ha sido punta de lanza para que la comunidad en el espectro levante la voz para hablar por sí misma, para expresar su propia identidad y sus preferencias, así como para convertirse en quienes hablen de autismo para los autistas, profundizando en el conocimiento de esta condición, sus implicaciones, características y experiencias. Y para darnos cuenta que las diferencias entre individuos pueden ser tanto visibles como invisibles, pero todas nos brindan algo invaluable como humanidad, pues cada uno aporta fortalezas al trabajo en equipo que conforma la historia.
¿Ya conocías este término? ¿Crees que implica un cambio en tu forma de abordar el autismo y otros trastornos de desarrollo en tu aula? ¡Comparte con nosotros tus experiencias y pensamientos!