Con las películas de Harry Potter, muchas ideas fueron presentadas a los maestros distintas partes del mundo, entre ellas, el concepto de las “casas” dentro de las escuelas, algo mágico y también común en las escuelas más tradicionales de Inglaterra, en donde los chicos son agrupados en distintas casas, forman parte de ellas para los equipos deportivos y en general, se crea un sentimiento de familia entre los miembros de las distintas casas, lo cual genera una visión de comunidad entre alumnos de todas las edades.
Con esta idea en mente, maestros de distintos países han adaptado estos conceptos a sus propias clases con resultados muy interesantes, pues dan la oportunidad de conocer a los alumnos de otra manera y de establecer lazos entre ellos, a través de una divertida dinámica que no es más que la formación de equipos.
¿Cómo aplicar esta idea en tu salón de clases?
Sin organización, esto puede llegar a ser muy complicado, el verdadero reto está en entusiasmar a los alumnos con la idea de que su casa o su equipo es importante, tanto para el alumno como para el resto del equipo. Para hacerlo mágico, puedes crear un sistema basado en las casas del mundo de Harry Potter, pero no necesariamente se debe limitar a ello.
Cada casa tiene una identidad propia, colores o escudos y suele implicar alguna competencia entre las distintas casas, por lo que los alumnos ganan puntos por diversas razones a lo largo del curso.
Un buen ejemplo está en el sistema de casas que vemos en el universo de Harry Potter, pero esto puede hacerse difícil, especialmente porque puede ser complicado elegirlos arbitrariamente para una u otra casa, definir sus talentos y sus cualidades, pero sí puedes crear tus propios parámetros y dotar de una naturaleza especial cada casa. Es importante que la forma en que los seleccionas no esté basada en estereotipos, ni etiquetas, pues será difícil para ellos quitárselas después. No coloques a “los mejores alumnos” juntos, ni hagas un equipo con “los más desastrosos”. Un cuestionario sencillo o un sorteo son buenos puntos de inicio, la idea es que estudiantes diversos encuentren puntos en común con sus compañeros.
Según tu materia pueden crearse equipos con nombres específicos o tomar algunos elementos como escudos, todo depende de tu creatividad y del objetivo que busques con este esfuerzo. La forma de dividirlos puede ser azarosa o a través de ellos mismos, por ejemplo que escriban una carta de motivos por la que les gustaría entrar a una u otra.
Sistema de puntos
Contar los puntos puede ser complicado, pero si encuentras un sistema apropiado y bien definido será muy sencillo llevarlo a cabo. Desde fichas, hasta pizarrones, los puntos pueden contarse de distintas maneras, pero también depende de ti y de los parámetros que definas para la obtención de puntos: tareas cumplidas, buenas acciones, respuestas correctas o participaciones en el salón de clases. Un sistema de casas puede ser tan superficial o profundo como tú mismo lo definas.
Al final del curso o periódicamente puedes dar alguna recompensa a los alumnos de la casa ganadora: unos minutos más de receso, una pregunta extra en el examen, un fin de semana sin tarea o la oportunidad de tener un pequeño convivio o incluso un simbólico trofeo al final del ciclo escolar. Tú eliges cómo motivarlos.
¿Cómo ayudará esto en clase?
Este es un buen ejemplo de ludificación del salón de clases, una metodología con la que tendrás estudiantes más interesados. Más allá de eso, a través de la noción de las casas, puedes introducir conceptos importantes para todos tus alumnos: lealtad, trabajo en equipo, la conciencia de que todas sus acciones afectan a otras personas, la importancia del esfuerzo colectivo y un sistema de recompensas justas.
¿Crees que este sistema podría serte útil en el salón de clases? ¿Alguna vez has hecho algo así?