Para que el aprendizaje sea efectivo para todos los estudiantes es necesario que estén realmente interesados. Esto es complejo, pues mantener dinámicas o actividades dirigidas para hacer del salón de clases divertido el 100% del tiempo es imposible, pero darle agencia a los alumnos sobre lo que ocurre al interior del salón de clases es esencial.
Normalmente en las escuelas los alumnos son receptores pasivos de información, dirigidos por un docente que tiene todas las respuestas y pone todas las reglas del juego, aunque esta perspectiva ha evolucionado poco a poco, aún es una dinámica muy presente en muchas escuelas, donde la responsabilidad del profesor sobre lo que aprende el estudiante es absoluta, lo cual resta poder al alumno sobre su propia educación.
Darles la oportunidad de participar activamente en su proceso educativo es esencial para que los estudiantes se comprometan, para que se sientan mucho más seguros y para que la motivación se mantenga arriba.
Ellos necesitan pensar sobre su aprendizaje, reflexionar sobre sus necesidades, los retos que enfrentan y establecer un puente entre las dificultades y su capacidad de solucionarlas o sobreponerse a ellas. Esto sería un meta aprendizaje, es decir, pensar sobre aprender, sobre pensar.
Crea espacios en tu salón de clases donde ellos puedan reflexionar sobre las actitudes que tienen ante las asignaturas, cómo se enfrentan a ellas, así como sus métodos de estudio, cuáles son sus dificultades y cómo pueden superarlas, por ejemplo para concentrarse. Esto es mucho mejor si permites que entre compañeros compartan sus experiencias y cuestionan lo que creen saber.
En la escuela necesitamos tener éxito. Fallar en un examen o incluso durante los ejercicios supone enfrentarnos al temido “no sé” y por lo tanto nos etiquetamos como “malos” para la escuela. Sin embargo, contrario a esta idea, equivocarnos es necesario para saber cómo podemos mejorar, aunque no siempre es fácil ver esta cara de nuestros errores.
Si creas en tu salón de clase un ambiente en el que fallar en los exámenes no se convierta en un problema angustiante, sino en la oportunidad perfecta para mejorar y encontrar los puntos en los que necesita un alumno repasar o practicar, ayudarás a tus alumnos a crecer y a involucrarse de forma positiva con sus estudios.
La participación de los alumnos en el salón de clases debe ir mucho más allá de las respuestas a las preguntas que haces durante la sesión. Es importante que la voz de los alumnos sea escuchada durante todo el ciclo escolar, dales opciones y escucha sus opiniones, no solamente al abrir espacios de expresión, sino cuando tomas decisiones para la clase.
Construir un reglamento entre todos, crear roles de participación para pequeñas tareas durante el día a día, como recoger las tareas o borrar el pizarrón que rolen entre todos los compañeros, son buenas maneras de mantener activa la participación.
Invítalos a tomar decisiones sobre las tareas y los proyectos que emprenden, no a través de preguntas abiertas, pero si entre diferentes opciones.
No todos los alumnos son buenos para expresarse de la misma forma. Si te gusta tomar en cuenta la participación durante las clases abre la oportunidad para que prueben otros métodos. Puedes crear un pizarrón de papelitos adhesivos en los que los alumnos peguen sus respuestas a ciertos ejercicios o crear libretas de participación, esto dará más tiempo a quienes necesitan más tiempo para organizar sus pensamientos o para quienes prefieren no hablar en la clase.
La escuela y el aprendizaje no se tratan solo de resolver exámenes, a lo largo del año busca retroalimentar a tus alumnos y que estos también te den sus opiniones. No solamente en los aspectos que les gustaría mejorar, sino también en los que realizan con facilidad o en los que ya han mejorado. Dales notas positivas, celebra sus logros y ayúdalos a mejorar.
¿Cómo haces que tus alumnos se involucren durante su aprendizaje?