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Esta ha sido sin duda una temporada difícil para todos, los cambios abruptos que trajo la pandemia han implicado diferentes tipos de trauma para los niños y para los adultos. Por si esto fuera poco, algunos han experimentado pérdidas en su familia en condiciones muy complejas y cualquier situación que se haya vivido durante los meses de la cuarentena implicó también un riesgo y un poco de estrés derivado de la situación.
Eso inevitablemente nos ha provocado diferentes afectaciones en el aspecto emocional y psíquico, por lo que cuando volvamos a los salones de clase veremos algunos cambios en nuestros alumnos, en su conducta, y quizá especialmente en sus juegos, pues los más jóvenes procesan gran parte de lo que ocurre a su alrededor a través del juego, tal como nos informa Emily Kaplan, en su artículo en Edutopia.
Es posible que el juego de los niños retome las circunstancias que se viven alrededor, tal como ha ocurrido en otros momentos, así lo indican anécdotas en escuelas que han vivido de cerca situaciones difíciles.
Expertos como Seth Anderson y Vivian Gussin indican que el juego es la forma en que los niños, instintivamente, se conocen a sí mismos y procesan la vida a su alrededor, incluidos sentimientos de pérdida, ansiedad y miedo. A través del juego figurativo, los más pequeños procesan situaciones y hacen de las situaciones complejas entendibles, procesables y sobretodo manejables, en el juego, los niños tienen control sobre las situaciones que se representan, muchas veces similares a lo que viven en la realidad. Se trata de una analogía que permite al niño entender y procesar lo que ocurre a través de un tercero, es decir, “si le pasa a un muñeco, no me ocurre a mi.”
Este tipo de juegos en ocasiones pueden resultar preocupantes para los adultos, que encuentran perturbadores algunos aspectos de estos juegos, pues incluyen problemáticas como la muerte o la enfermedad, por ello es importante que como adultos estemos conscientes de la importancia de estos juegos y evitemos censurarlos o asustarnos con respecto a esto, aunque si es importante monitorear la evolución de estas dinámicas, para observar cómo transitan los pequeños por las diferentes etapas del duelo.
Como se ha mencionado, es importante recordar que si bien estos juegos pueden resultar preocupantes, nosotros debemos evitar a toda costa transmitir a los niños que estos juegos están mal o son vergonzosos, pues esto censurará el juego y podría bloquear la comunicación entre niños y adultos, ellos comenzarán a guardarlos en secreto o a reprimir sus emociones con tal de no molestar a sus maestros, padres o cuidadores. Es importante transmitir que el canal de comunicación está abierto sin importar el mensaje, así nosotros estaremos siempre al tanto de sus emociones y pensamientos.
Lo natural en este tipo de juegos es que los niños avancen a través de este tipo de juegos, pero si como maestros o padres notamos que después de un tiempo el juego se convierte en algo repetitivo u obsesivo quizá se un momento para intervenir un poco, redirigir estos juegos y ofrecer algunas soluciones en las que ellos mismos puedan participar para superar esa etapa que les cuesta trabajo superar, al mismo tiempo es importante estar atentos a otras señales de alerta, como lo sería una ausencia total de juego. Niños que han estado expuestos a situaciones excesivamente traumáticas podrían abandonar por completo los juegos y en ese caso vale la pena hacer una revisión y en todo caso llevar a cabo acciones, como asistir a terapia.
¿Has notado algún cambio en el patrón de juego de tus alumnos o de tus pequeños? ¡Comparte con nosotros!