Aunque las escuelas son lugares muy concurridos, normalmente llenos de ruido y movimiento, también son el pretexto ideal para que los alumnos con más imaginación que adoran la temporada de miedo y los cuentos de terror inventen historias sobre su propia escuela para mantener a sus compañeros perfectamente interesados.
¿Reconoces alguna de estas?
Un clásico, porque el 90% de las escuelas fueron construidas sobre lo que antes era un panteón, sino no tendría chiste asistir a clases. Esta historia suele rodear varias generaciones que genuinamente creen que la escuela se construyó sobre un antiguo cementerio, por lo que las almas de los difuntos asechan a los inocentes estudiantes que deambulan por los pasillos.
Y si no era un panteón, entonces era un convento. Las historias relacionadas con monjas o frailes pueden ser más acertadas en ocasiones, pues el pasado colonial de nuestro país hace factible que algunas o varias escuelas se instalaran en edificios antiguos, religiosos o no, por lo que los altos techos y las escaleras con herrería hacen más creíble esa historia.
Lo interesante es lo que los niños o adolescentes se inventan sobre estos lugares. Algo a lo que aportan mucho las películas de terror.
Quizá sea menos común este rumor, pero los hospitales siempre son escenarios que despiertan la imaginación de esos alumnos que adoran las historias de terror, por lo que algunos quizá cuenten como antes de ser escuela ese sitio era un hospital. Así que apariciones sobran por los pasillos y salones de las escuelas desafortunadas. Además de trágicas historias de pacientes que por ahí pasaron, mucho antes de que se hablara de matemáticas, historia y lengua.
Si no una casa, por lo menos la escena de algún crimen. Aquí es donde los mejores cuentistas ponen todo su esfuerzo, porque tienen presentes los detalles más escabrosos de los terribles sucesos que, según ellos, rodearon la escuela o lo que era la escuela antes. Esas almas atrapadas esperan tras la puerta de los salones vacíos. Es gracias a estas historias que de vez en cuando ves alumnos correr al final del día, cuando se han quedado solos en el baño o en algún salón de clases.
En todas las escuelas hay alguna bodega, algún salón que no se usa o un rincón detrás del patio donde se acumulan los muebles que ya no se usan. Esos lugares se prohíben a los alumnos por razones de seguridad, normalmente porque nadie los vigila, pero en ocasiones causan temor entre los estudiantes, así como oportunidades para contar las mejores historias. Esos lugares, con frecuencia, se vuelven el centro de las apariciones y maldiciones que según ellos acechan la escuela. Este sitio se convierte en la zona de exploración preferida de los más intrépidos, que se meten a los salones con la luz de celular. Inevitablemente salen empolvados y regañados, pero con una gran historia que contar a sus compañeros.
¿Cuáles son las historias de miedo que rodean tu escuela? ¿Has tenido alguna experiencia extraña en el trabajo? ¡Cuéntanos más!