La dislexia es un problema de aprendizaje relativamente conocido, aunque todavía es un tema que despierta confusión. Sin embargo, no es la única dificultad que podrían enfrentar tus alumnos durante su aprendizaje y que representa un reto, tanto para ti como maestro, como para ellos que tratan de superarla todos los días.
Matemáticas es una de las materias más temidas por todos los alumnos, pero también de las más importantes, pues suele tener una aplicación diaria y en muchos casos serán de las más evaluadas. Y esos estudiantes que batallan más de lo normal con esa materia, podrían enfrentarse a un problema llamado discalculia.
¿Qué es la discalculia?
Nombrada muchas veces como la “dislexia de las matemáticas”, se trata de una dificultad de aprendizaje que se relaciona con la lectura de signos matemáticos y de conceptos relacionados con cantidades. Esto es algo que se presenta desde la infancia y continúa durante toda la vida, aunque se pueden aprender estrategias para enfrentarla, normalmente es visible en tareas cotidianas que para muchas personas son sencillas. Sin importar el nivel que impartas, alguno de tus estudiantes podría vivir con discalculia.
Puede que un alumno enfrente discalculia si:
Otros problemas que podrían revelar discalculia están en tareas diarias, como calcular el tiempo que lleva hacer una tarea, leer el reloj, calcular porciones o distancias. Estas podrían ser tareas que revelen un problema de discalculia. No se trata solo de un problema de conocimiento, sino de una comprensión instintiva de conceptos matemáticos. Esto no se relaciona con la inteligencia, sino con una dificultad específica.
¿Qué puedo hacer?
Antes que nada, identificar si existe alguna dificultad puede llevar a que el alumno se sienta más tranquilo al abordar esta asignatura (y las que se relacionen con ella), por lo que se reducirá la tensión si se le muestra que no es un problema de inteligencia ni algo que necesite ocultar, sino aprender a resolver.
Enseñar conceptos de forma más concreta podría ser muy útil para un alumno que presenta discalculia, permitirle ver los conceptos más que imaginarlos y utilizar materiales como bloques de juguete, rompecabezas, gráficas o dibujos, también darle la oportunidad de “manosear” los problemas podría ser útil, utilizar materiales que pueda manipular para comprender con diferentes sentidos los conceptos que maneja.
Al trabajar la resolución de problemas, verbalizar todo el proceso para resolverlo y no dar por sentado ningún paso podría ayudarlo, así como dividir los problemas en diferentes etapas, de forma que no tengan que enfrentar los procesos de un solo golpe, sino distinguir los pasos que seguirá de forma ordenada y visual.
Darle un poco más de tiempo para resolver problemas y permitir que use herramientas como un formulario o una calculadora en los exámenes (cuando la evaluación se enfoque en otros conceptos) y darle recursos para organizarse mejor servirán para que desarrolle sus habilidades matemáticas.
Apoyo en casa
La discalculia es algo que el alumno deberá enfrentar a lo largo de su vida, por lo que platicar con sus papás al respecto de sus dificultades podría explicar algunas situaciones que posiblemente enfrente en casa, como medir el tiempo que le toma llevar a cabo una tarea o medir porciones durante la comida, por ejemplo. Pero, especialmente, podría ser útil para el alumno que sus padres conozcan la situación y busquen apoyos extracurriculares.
Los alumnos, muchas veces, sienten que algo extraño ocurre, pero no saben cómo expresarlo. Al observar y atender estos problemas sentirán un gran apoyo y probablemente se sentirán aliviados. ¿Has detectado alguna vez que un alumno tiene discalculia? ¿Cómo lo enfrentaron?