Cuando pensamos en el trabajo en equipo ideal nos imaginamos una escena de armonía y colaboración, donde todos siguen el mismo ritmo de producción de ideas y de trabajo colectivo, pero rara vez vemos algo así y, la verdad, lo ideal es que no sea así.
Las peleas, las discusiones y las confrontaciones tienen connotaciones muy negativas como para que las dejemos pasar, como padres o como maestros queremos evitar las peleas a toda costa entre nuestros pequeños, incluso evitamos que nuestros hijos nos vean discutir frente a ellos, pues deseamos que crezcan en un ambiente estable y seguro. También queremos que nuestros niños sean educados durante una conversación y evitamos, muchas veces, que manifiesten su desacuerdo con lo que otras personas dicen, pero esto puede no ser tan provechoso para ellos como nosotros pensamos.
El éxito de la pelea
Aunque siempre deseamos un equipo de trabajo donde todo sea armonía, la verdad es que las duplas o los grupos que más han aportado a nuestra sociedad no se han caracterizado por su armonía, los hermanos Wright, por ejemplo, famosos por haber desarrollado el primer aeroplano, no crearon sus inventos sin discutir, se sabe que pasaban gran parte del tiempo en discusiones acaloradas sobre cómo implementar sus ideas y las mejoras que debían hacerse. Así alimentaban su trabajo, hacían crecer sus ideas y lograban mejoras.
Estabilidad y armonía
Los hermanos Wright no crecieron en un ambiente totalmente afable, su padre era un predicador que siempre buscaba discutir con quienes no estaban de acuerdo con él, no para convencerlos, pero sí para escuchar su punto de vista y poner a prueba sus argumentos. En la escuela solía discutir con los maestros por sus ideas de educación y aunque era un hombre de fe, tenía en su casa muchos libros de autores ateos que presentaba a sus hijos. Ellos vieron a su padre discutir constantemente, defendía sus ideas, pero escuchaba a los demás.
Aprender a caminar implica tambalearse
Aunque lo ideal es que nuestros niños crezcan en un ambiente estable, en realidad podría no ser del todo sano que los alejemos totalmente de la controversia y las discusiones, si ven que sus padres o sus maestros no siempre están de acuerdo tendrán la oportunidad de decidir por sí mismos, pues se darán cuenta que ninguna figura de autoridad tiene la verdad absoluta, así aprenderán a tomar una postura y analizar los argumentos que se exponen. Además desarrollarán mayor sentido de la empatía y lograrán conectar mejor con los otros.
Es que no es personal
El problema no es que las personas no estén de acuerdo entre sí, las peleas deben detenerse cuando se convierten en una agresión personal, los “argumentos” se vuelven más bien hirientes o comienza a crecer la violencia, pero deben dejarse evolucionar cuando cada quien expone sus puntos de vista. Así, lo más recomendable es dirigir esas discusiones a un punto provechoso.
¿Cómo abordar las peleas?
Es importante quitares el sentido negativo a las discusiones, darles una visión de debate y no de pelea a los desacuerdos ayudará a que ellos discutan por sí mismos, por otro lado, alentarlos a defender lo que piensan es un buen inicio, pero también enseñar a los niños a escuchar a los otros es esencial. Necesitan saber que de todos los puntos de vista pueden aprender, pero que sus propios pensamientos son importantes como para exponerlos y defenderlos.
¿Dejas que los niños discutan para defender su punto de vista o evitas las peleas a toda costa? ¡Cuéntanos como gestionas estas situaciones!