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En esta temporada de clases a distancia muchas cosas nos han sorprendido, los docentes tenemos nuevas experiencias y algunas de ellas nos han divertido tanto como el salón de clases. ¿Algo de esto te ha pasado en tus clases a distancia? ¡Cuéntanos cuáles han sido tus mejores experiencias!
Si en el salón de clases a veces nos cuesta hacer que los alumnos guarden en silencio, en la sesiones de clases virtuales tenemos el problema contrario, lograr que todos los alumnos usen su voz nos hace maestros de la sesión espiritista que puede llegar a ser la clase:
—¿Juan, estás ahí?
—María, si nos escuchas, danos una señal.
—Por favor, alumnos, díganme si me escuchan.
Quizá los alumnos no se han percatado, pero las fotos que nos envían de sus tareas levantan las dudas sobre la salud de nuestros ojos y es que algunos no están muy conscientes de lo que significa enfocar la cámara, por ello cuando nos disponemos a revisar la tarea nos ponemos los lentes, nos los quitamos y luego comprobamos que aún podemos leer, porque sus fotos están tan borrosas o desenfocadas que nos ponen en duda.
Las interrupciones no son ninguna novedad, pero las clases en línea han creado nuevas experiencias. Aunque silenciamos a nuestros alumnos durante alguna explicación, no falta el estudiante que por accidente abre su micrófono justo cuando pasa un tornado a su lado y nos deja sordos a todos en la video llamada o que lo abre mientras discute con su hermano sobre los calcetines sucios. Lo mejor es que en esos momentos nada es tan difícil como encontrar el botón para silenciarlos de nuevo.
En algunos casos ha habido momentos extraños en los que algún estudiante de otras clases, otras escuelas e incluso otros lugares geográficos se añaden a nuestra clase por arte de magia, alguien que tenía mal el password o el hermano de un alumno que entró al enlace por accidente. Te das cuenta cuando revisas las imágenes de quienes están en clase y ahí descubres que tienes un invitado extraordinario. Es más extraño que un alumno que entra al aula equivocada.
Claro que a veces es imposible distinguir si tenemos un espía en la clase porque nuestros alumnos tienden a ponerse creativos con sus nombres de usuarios, así que nuestro pequeño Juan aparece en la sala como “trexfurioso” o alguna variante de personajes de las películas. Entonces pasar lista puede ser una gran experiencia, pues cada sesión hay un usuario distinto.
Pero claro, nada como las clases en línea para resumir nuestro entorno familiar, por ello hemos tenido en alguna sesión que abrir el tiempo para que el gato de nuestro estudiante pase por la pantalla y distraiga a todos sus compañeros, lo cual acabará en un desfile de todas las mascotas de los alumnos, ya conoces a sus perros, gatos, conejos y peluches favoritos, es inevitable. Tenemos que admitirlo, tú también ya les presentaste a tu perro y al gato que pasa por la ventana.
Ir a clases casi siempre implica ver a nuestros alumnos únicamente con su uniforme de la escuela y ellos nos ven siempre con la ropa más serie que tenemos, pero seamos honestos, nadie toma clases con pantalón de vestir o zapatos. A estas alturas tus alumnos ya pasearon en pijama por enfrente de la pantalla, algunos se levantaron para mostrar que no tenían pantalones o presumieron sus calcetines de superhéroes frente a toda la clase. Tú mismo, no lo niegues, eres culpable de dar la clase descalzo. Bueno, estar cómodo es importante en momentos de tanto estrés.
Claro que ahora que los estudiantes pueden ver sus propios rostros durante las sesiones no faltan esos que lo usan de espejo, ya sea para maquillarse, para arreglarse el cabello, para verificar la mancha en su rostro o para lo que se les ocurra en el momento.
¿Cuál ha sido tu experiencia más extraña en esta nueva modalidad? ¡Cuéntanos y comparte con la Sala de Maestros!