La verdad es que no hacen falta razones, enamorarse de alguien que se dedica a la docencia es muy fácil, pero si su increíble personalidad no ha terminado de convencerte, aquí te dejamos ocho muy buenas razones para que te decidas. ¿No nos crees?
Todas esas fortalezas que desarrollan a diario en el salón de clases, te alcanzarán si te enamoras de alguien que se dedica a la docencia. Y es que si no tuvieran un gran corazón o la llama de la pasión no ardiera en su corazón, no serían docentes, algo que inevitablemente toca todas las áreas de su vida.
Acostumbrados a repetir instrucciones sin cansancio y a resolver todas las dudas posibles sobre un tema, los profes tienen una paciencia inagotable, así que cuando salgas con ellos será difícil verlos enojarse o desesperarse en alguna situación.
Si conoces a un maestro sabes cuál es la mirada que detiene a un alumno antes de cometer alguna travesura o la voz que provoca que el salón entero deje de hablar. Y es que un maestro no necesita gritar. Eso lo aprevechan cuando el servicio en algún restaurante no fluye o alguien se quiere meter en la fila de las palomitas en el cine. Claro que tampoco querrás discutir con ellos.
Un maestro, sea del nivel que sea, está acostumbrado a lidiar con situaciones inesperadas en el día a día, así que usualmente estará preparado para cualquier emergencia o situación, seguramente serán buenos para resolver bien bajo presión y pondrán su mejor cara cuando las cosas se compliquen. Los profes son todo terreno.
La verdad es que ser docente es la mejor manera de fortalecer la creatividad, solo los profes saben que lo importante no es qué tienes, sino cómo lo aprovechas. Rollos de cartón, gises, pegamento, simples crayolas o incluso un lápiz, puede ser lo único necesario para despertar el intelecto de un pequeño. Cada clase es la oportunidad perfecta para poner a trabajar la imaginación y la creatividad.
Si, la verdad es que la vida junto a un maestro nunca es aburrida, ya sea porque tienen mucho trabajo y necesitan de tu ayuda para el periódico mural o porque las anécdotas de ese día son justo lo que esperabas para alegrarte el día. Las mejores historias, las más divertidas, las más emotivas, las más inspiradoras, todas caben en el día a día de un docente.
Aunque esperan lo mejor de lo mejor, la verdad es que un docente está acostumbrado a recibir cartas de sus alumnos para Navidad y a comer pizza en los convivios de la escuela, así que una cena sencilla, un paquete de plumas de colores o un cuaderno los harán felices y afortunados.
Porque en temporada de exámenes, calificaciones y planeaciones, las obligaciones lo mantendrán ocupado en otras cosas, así que eso da muchas oportunidades a ambos de respirar y mantener la relación fresca, pues no será posible compartir juntos cada minuto. A menos que ofrezcas tu ayuda para esos casos, lo que dará una buena oportunidad de crear lazos.
Seguramente ya te has convencido, enamorarse de un docente no es cualquier cosa, pero no puedes perderte la oportunidad.