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Conforme se acerca el cierre de año todos nos planteamos los propósitos que tendremos el próximo año, metas que nos gusta dibujar para guiar mejor nuestros pasos, con decisión y fuerza. Esta tradición es muy importante, aunque a veces nos hace sentir frustrados, también nos recuerda cada enero que tenemos mucho para dar, que podemos crecer y sentirnos mejor con nosotros mismos.
Este ejercicio puede ser muy útil de muchas maneras, pero no solamente para nosotros en nuestra vida diaria, también para los estudiantes. Tú puedes ayudarle a los alumnos a establecer sus metas para el próximo año, de forma que tengan un objetivo y la emoción de cumplirlas apenas comience enero. Y para ti como docente es la oportunidad perfecta para motivar su crecimiento y su interés por la materia o por los estudiantes.
Las calificaciones a veces no son muy exactas y es que el número no siempre refleja el verdadero crecimiento de los estudiantes, ni su esfuerzo o los retos que han tenido que enfrentar. Por ello podemos aprovechar el inicio de un nuevo año para trabajar en una forma distinta de medir el aprendizaje, así como de motivar a los estudiantes a crecer por sí mismos, más allá del número que recibirán al final del ciclo. Se trata de hacerles notar que pueden crecer aunque no estén todos en el mismo número, ya que un seis para un alumno que ha pasado por varios cincos podría significar un gran avance.
Esto significa que difícilmente la meta de un estudiante será la misma que la de su compañero, cada estudiante tiene sus propios retos, se encuentra en un lugar particular y expectativas diferentes. Aquí es donde nosotros como docentes podemos ayudarlos, pues conocemos a cada estudiante y cómo se relaciona con los desafíos en el aula, cuáles son sus dificultades o sus materias preferidas, podríamos sugerir para ellos ciertas metas que son distintas a las de sus compañeros, pero que se adaptan a ellos.
Esto podría significar un ejercicio complejo, especialmente si pensamos que a la distancia nos cuesta trabajo comunicarnos con cada uno y ha sido difícil llevar un seguimiento como lo haríamos en el salón de clases. Pero también podría ser un ejercicio que te ayude desde el inicio de enero a trabajar con mayor motivación en tus estudiantes y a fijar tus propias metas para ser docente.
Este esfuerzo puede hacerse con cuestionarios y respuestas que los alumnos respondan por sí mismos. Pásales una encuesta en donde ellos puedan reflexionar sobre las materias o los temas que más se les dificultan, cuáles fueron los momentos del año más complicados y cómo hicieron para superar los retos que se les presentaron, qué creen que pudieron haber hecho diferente y que les funcionó mejor. También es importante que tomes en cuenta en ese cuestionario averiguar cuáles son sus gustos y cuáles son sus expectativas para el futuro, no solo para el siguiente semestre sino a largo plazo, no porque tengan que tener algo definido, sino para considerar esto al diseñar sus metas, por ejemplo, si un alumno desea ser astronauta, algo común en la infancia, puedes motivarlo a estudiar un poco más sobre ciencia o buscar proyectos sobre ingeniería. Este conocimiento te servirá también para crear equipos y probar trabajos en los que pongan en marcha su creatividad.
Otra parte importante de las metas es la oportunidad que nos da para crear una meta fija para el grupo con el que trabajamos, con una dinámica similar, en la que tomes en cuenta el progreso que han tenido hasta ahora y cómo pueden avanzar en el futuro. Quizá podrías retarlos a trabajar en equipo por algún objetivo en común, que puede estar dentro de tu salón de clases (como días de convivio) o incluso más allá de ellos, como inscribirse en convocatorias o concursos en donde pongan a prueba su trabajo como grupo. Claro que es importante que cada estudiante tenga en mente cuáles son sus propios retos y que las metas que fijes para tu grupo no dejen fuera a nadie al parecer inalcanzables.
Algo muy importante de las metas es que tienen que ser alcanzables, pues el no lograrlas puede traer frustración y tener el efecto contrario, desmotivar a los estudiantes que se sienten lejos de alcanzar un objetivo. Por ello al fijar un objetivo es necesario que les ayudes a ver cuál es el siguiente paso según el lugar en el que están, tal vez no lograrán un examen perfecto, pero pueden mejorar en ciertas partes de los procedimientos para acercarse más. Al mismo tiempo es necesario tener un plan, uno claro y divisible en pasos fijos, no es suficiente con que el plan sea “estudiar más”, necesita ser algo mucho más concreto, como “aprender la tabla del 3”, aunque implique algo básico, este primer paso le servirá a un estudiante para lograr, por ejemplo, aprobar el examen de enero.
¿Alguna vez has trabajado las metas con tus alumnos al inicio de año? ¿Crees que podría ser útil para el crecimiento de tus alumnos?