Llegar a cierta edad significa enfrentarnos a una nueva etapa en la que muchas veces coinciden cambios diversos, como la jubilación, la partida de nuestros hijos, cambios en la estructura familiar, un mundo que parece moverse muy rápido, etc. Por ello, en esta etapa muchos enfrentamos cambios en nuestro estado de ánimo y aunque podemos enfrentar nuevas aventuras, también podemos hundirnos en la nostalgia.
Cuando nuestros hijos deciden irse de casa, sea por la razón que sea, es común que los adultos empecemos a experimentar sentimientos de tristeza, de soledad, quizás hasta de miedo y estos podrían indicar que padecemos el Síndrome del Nido Vacío.
Aunque este síndrome no es un diagnóstico clínico como tal, si es una forma de llamar a lo que exprimentamos en esta etapa y es que durante años ocupamos la mayor parte del tiempo al cuidado de los hijos y trabajando para ofrecerles mejores oportunidades de vida. El tiempo pasa, no nos damos cuenta que tan rápido, y de repente se hacen adultos con sueños y metas, toman sus propias decisiones, que en la mayoría de los casos implican dejar el hogar de los padres.
La partida de los hijos nos deja con un cúmulo de emociones que, para algunas personas, son difíciles de manejar. Y aunque en si mismo el Nido Vacío no se trata de un diagnóstico, si puede derivar en episodios de depresión y hasta conflictos matrimoniales.
Antes que nada tenemos que tener conciencia de que la partida de los hijos es un proceso natural y que nosotros como padres hemos contribuido de manera positiva para que eso pase. Pero también que la distancia no significa que se romperá el lazo, pues siempre estaremos para ellos y ellos lo saben.
Es importante verlo como un proceso normal, la mayoría lo hicimos con nuestros padres, la única diferencia es que en esos tiempos no se tenía información sobre estos temas y tampoco opciones de vida para los adultos mayores.
Para que este proceso sea menos doloroso te recomendamos:
Aunque es difícil que realmente estemos preparados para vivir la partida de nuestros pequeños, sí podemos entrenar nuestra mente y ocupar poco a poco nuestro tiempo en nuevas actividades, para que al momento de que los más jóvenes se marchen nosotros estemos ocupados y entusiasmados con nuevos planes e ideas.
Aunque su partida sea difícil, también significa que esta es una etapa nueva para ellos, en la que nuestros hijos se pondrán a prueba y se conocerán mejor, siempre respaldados por todo lo que les hemos dado. Por ello es importante recordarnos lo orgullosos que estamos de ellos y apoyarlos tanto como podamos.
Y aunque siempre estaremos para nuestros hijos, también debemos abrir un espacio para nosotros y atender nuestras necesidades. Es momento de reflexionar sobre nuestro estado emocional y de salud, visitar al médico, darnos cuenta si sentimos que algo no va bien y darnos el tiempo de atendernos. También es importante que expresemos todos nuestros temores y dudas, que hablemos con amigos, compañeros y familiares de lo que estamos experimentando porque al final del día son emociones normales, cambios profundos y un poco de apoyo siempre nos viene bien.
Si estás por retirarte o ya te jubilaste o incluso si aún sigues en el trabajo, la partida de los hijos te dejará con mucho tiempo libre, así que es momento de que vuelvas a las actividades que te hacen feliz, desde tus pasatiempos favoritos hasta cosas nuevas que no habías podido probar. Aprende un idioma, lee más, sal con tus amigos que no has visto en mucho tiempo y date tiempo de aprender nuevas habilidades.
¿Cómo planeas pasar tu tiempo ahora? ¿Has experimentado el Síndrome del Nido Vacío?