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Dispraxia es un termino utilizado para denominar a una serie de dificultades motoras, especialmente en los niños más pequeños, sin embargo esta palabra se utiliza menos actualmente pues el diagnóstico más preciso es Trastorno del Desarrollo de la Coordinación, el cual, muchas veces, convive en ocasiones con otras condiciones, como el TDAH o el Autismo.
A esta condición se asocian también problemas con la atención, ansiedad y otras dificultades para el aprendizaje, por lo que es importante detectarla, apoyar a nuestros alumnos y quizá guiar a los padres para que la identifiquen y acompañen a sus hijos.
Esto afecta mucho a los estudiantes en el desarrollo y el aprendizaje, no solo por las dificultades propias del trastorno, sino porque en el aula se les exige seguir el ritmo de la misma forma en que lo hacen sus compañeros, pero a esto se suman los retos que viven diariamente, por lo que en ocasiones se les juzga como niños flojos o que no ponen atención, pues su condición no es notoria de forma física.
Identificar a los pequeños o jóvenes que viven con dispraxia o Trastorno del Desarrollo de la Coordinación sin duda será beneficioso para ellos y para nosotros, pues entenderemos mejor sus dificultades, tendremos más herramientas para trabajar con ellos en clase.
Las habilidades que se ven afectadas por la dispraxia son motoras, tanto finas como gruesas. Es más común detectarlo en los niños más pequeños, pero los adolescentes también presentan señales y podrían haber pasado gran parte de su vida escolar sin saberlo.
Aquí algunos signos por edad, proporcionados por el sitio especializado Understood:
Presentan difiultad para sostener herramientas como lápices y cubiertos, se les complica unir actividades como sostener un recipiente y al mismo tiempo extraer algo del interior, los juegos con pelotas u objetos podrían atemorizarlos, mientras que suele empujar a sus compañeros o ser muy brusco durante los juegos sin quererlo. También podremos notar que le cuesta mantenerse quieto o sentado y en las canciones que acompañan movimientos como tocar partes del cuerpo resultan torpes.
La motricidad fina se ve afectada, por lo que su escritura es irregular, dejan mucho o poco espacio entre las letras, tardan mucho en tomar notas y sus apuntes son desorganizados, crear filas o columnas es complicado. En clases de deportes tienen problemas para imitar movimientos y no interesarse en ningún deporte, tropiezan o chocan con compañeros constantemente.
Tareas visuales y espaciales se les complican, como la geometría o el dibujo, se les dificulta teclear o escribir en dispositivos móviles y tropiezan con frecuencia, también tiene problemas con juegos de tablero o para realizar tareas finas, no se interesan en deportes, ya que la coordinación mano-ojo no es la adecuada.
Detectar y sugerir a los padres una revisión al respecto serán de mucha utilidad para los estudiantes, ya que podrán entender y mejorar sus habilidades a través de terapias físicas y ocupacionales, pero directamente en el aula podemos hacer algunas adecuaicones que servirán a nuestro alumno para mantener el ritmo en su proceso de aprendizaje.
Darle más tiempo a los estudiantes para tomar notas o para realizar ciertas tareas disminuirá la presión y el estrés del alumno.
Darle material impreso o permitir que utilice adaptaciones para tomar apuntes a su propio ritmo también podría ser útil, así como darle formatos para entregar tareas podría ayudarle mucho.
Hacer instrucciones breves o dividir los procesos en pasos detallados le ayudará con los procedimientos.
Utilizar recursos visuales, mapas, cuadros sinóptimos o diagramas para distribuir información de forma visual también le ayduarán a estudiar.
Recuerda que muchas veces esta condición se relaciona con otras, como el autismo o el déficit de atención.