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Con la vuelta a clases, docentes, padres de familia e incluso los propios alumnos tienen la visión de iniciar el año con toda la energía y lograr excelentes resultados al final del ciclo, una motivación relativamente fácil de encontrar cuando hay novedad y emoción. Sin embargo, para lograr esos objetivos es necesario reforzar esa motivación que sentimos al inicio a lo largo de todo el curso.
Los psicólogos reconocen dos tipos de motivación que todos tenemos para llevar a cabo nuestras tareas diarias, ambas son importantes y nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos, pero son de naturalezas diferentes.
La motivación extrínseca es aquella que viene del ambiente, son recompensas o incluso amenazas que nos motivan a levantarnos por la mañana, a trabajar o a hacer cualquier actividad, como la tarea.
Existe, por otro lado, otro tipo de motivación conocida como intrínseca, la cual no viene del exterior, sino de nosotros mismos. Son las ganas que sentimos de hacer algo y esta no se condiciona por lo que obtendremos tras cumplir la tarea, sino por el placer que nos provoca llevarla a cabo, la curiosidad que sentimos y lo bien que nos sentimos al realizarla.
En general, en el mundo se considera la motivación extrínseca como el factor para que las personas lleven a cabo ciertas actividades, como la remuneración del trabajo o las estrellas en la frente para los niños, sin embargo, en años recientes se ha puesto en perspectiva la importancia de la motivación intrínseca, pues es verdad que un niño que va a la escuela porque quiere hacerlo y no porque obtendrá (o no obtendrá) algo de eso, estará mucho más feliz y dispuesto a aprender.
Encender el motor de la motivación intrínseca no es tan fácil, porque en este caso no se trata de dar recompensas o castigos, sino de generar un ambiente agradable, de crear expectativa y de que los estudiantes sientan una verdadera curiosidad por el conocimiento, así como por cumplir con sus tareas, ya que esto no solo les traerá beneficios, sino satisfacción.
Esta parte no es nada sencilla, pero si logramos construir un ambiente de comunidad entre nuestros estudiantes, además de tener actividades, estrategias y clases que ayuden a los alumnos a sentirse realmente motivados.
Aunque se ha recuperado el valor de la motivación intrínseca es importante destacar que ambos tipos de motivación son necesarios, tanto para iniciar un proyecto como para continuarlo y mantenernos en él. Por ejemplo, para empezar a hacer ejercicio podemos tener una motivación extrínseca (como usar cierta prenda), pero para continuar este proyecto necesitamos de la intrínseca, pues de lo contrario perderemos el objetivo. Así mismo, durante el proceso podemos llegar a necesitar algunas recompenzas para mantener a nuestro cerebro activo.
Lo importante de la motivación es crear un equilibrio y vigilar qué necesidades tenemos en el momento, pues depende de la etapa los alumnos pueden requierir un poco de ayuda para despertar su entusiasmo. ¿Cómo ayudas a tus estudiantes a mantenerse motivados?