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Actualmente, muchos padres tienen en casa a los más jóvenes, muchos de ellos incluso han tenido que aprender a ser estudiantes virtuales, mientras los propios docentes tratan de llevar a cabo este mismo proceso. Es posible que tanto docentes como padres esperen de ellos concentración e incluso más tiempo del que dedican al estudio normalmente, pues es obvio que en el proceso varias horas de escuela se perderán, algo que puede significar mucha presión para ellos.
Es importante entender que los más pequeños no solamente necesitan estructura y tareas definidas para aprender, aunque parezca que eso es algo que hará falta dado que no están en la escuela. Por otro lado, la desorganización que este cambio tan abrupto hace muy complicado que repliquemos a la perfección un ambiente escolar, cuando además es completamente innecesario.
Los niños y jóvenes también necesitan ese espacio desorganizado para aprender. Y aunque no podrán tener acceso a muchos recursos con los que cuentan en la escuela, si pueden aprovechar los de casa, que muchas veces falta de tiempo dejamos olvidados.
Recordemos que en los días de escuela, los estudiantes no solamente están sentados durante ocho horas con actividades estructuradas, tienen una parte de socialización, momentos de diversión, recesos, trayectos de ida y vuelta, etc. En general, un ambiente cambiante y dinámico en compañía de otros niños. A esto se suman las clases, las dinámicas presenciales, un ambiente exclusivo para el aprendizaje y otros factores que no tienen en casa.
Afortunadamente tenemos muchos recursos en la actualidad con lo que podemos iniciar un ambiente social desde la comodidad del hogar, con el teléfono o las videollamadas. Jugar y ver películas en grupo es posible, gracias a algunas aplicaciones. No limites esta parte social en ellos, pues también la necesitan y de hecho puede ser muy útil para desarrollar distintos aprendizajes, aunque también para reflexionar sobre nuestra aproximación a las relaciones. Pregúntale a ellos cómo se sienten más cómodos y ayúdales a mejorar sus propios lazos amistosos, y a conocerse a sí mismos.
Aunque ver demasiadas películas, escuchar música, o exponernos a diferentes materiales puede resultar hasta abrumador, no es necesario limitarlo tampoco. Podemos agregar un momento posterior a las películas para hacer un análisis de lo que acabamos de ver, de las emociones que nos ha provocado, de lo que pensamos sobre la película e incluso a analizarla desde una perspectiva más técnica. Son oportunidades importantes para que ellos relacionen sus emociones, generen empatía, aprendan a reflexionar y analicen algunos recursos.
Recordamos que vivimos una situación extraordinaria de distintos tipos, por lo que adultos y estudiantes estamos en constante adaptación, transitamos por mucho estrés, vivimos con distintos temores y extremamos precauciones. Es importante que consideremos estos elementos extraordinarios en los más pequeños y entendamos que esto podría generar falta de concentración, hiperactividad, ansiedad. Exigir el mismo ritmo de su vida normal puede ser muy complicado. Mientras logramos la adaptación desde la trinchera como docentes, como estudiantes o como padres, podemos ser menos exigentes y permitirnos transitar este momento de crisis de forma amable, con nosotros y con las demás personas.
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